Columbus

Hoy en día, es fácil que gracias a las redes sociales lleguen a nuestro poder vídeos sobre curiosidades relacionadas con el cine, ya sean sobre actores, directores, guiones o un largo etcétera, más de uno sabe de lo que estoy hablando. Evidentemente, los hay de toda índole, y algunos tienen un gran trabajo de investigación detrás. Siempre he creído que el principal objetivo de estos vídeos de arte y ensayo es el ser didácticos, pero con la película que vengo a comentar hoy me queda claro que las personas detrás de estos vídeos no se limitan a mostrar, sino que también quieren contar algo.

Jin es un hombre que debe viajar desde Corea del Sur a Columbus, Indiana, debido a la repentina enfermedad de su padre. Ahí es donde conocerá a Casey, una adolescente enamorada de la arquitectura que se debate entre salir de la ciudad o seguir cuidando de su madre adicta a las drogas.

Esta cinta supone el debut en la dirección y en el guion de Kogonada, un conocido autor de vídeo-ensayo, y decir que su huella se nota en el film sería quedarse corto. Solo se así se entiende una composición de planos con un cuidado milimétrico, una obsesión por el plano fijo, unos detalles en los planos que podrían competir con la simetría de Wes Anderson y un montaje que no puede ser más calculado y preciso. El logro es incluso más fascinante porque no está contando una historia que necesite tener una sensación continua de dinamismo, de hecho, es un relato sobre dos personas comunes y corrientes, pero no se hace aburrido en ningún momento.

He escuchado a gente compararla con Paterson por la similitud al tratarse de gente y de dilemas tan cotidianos, pero considero que ahí es donde se acaba el parecido, pues la cinta de Jarmusch simplemente se limitaba a observar la vida de un poeta, aquí el autor lo que busca es el cruce de dos personas muy distintas que llegan a congeniar y se ayudan mutuamente. Y encima de lo que más se ayuda para conocer a los personajes es a base de diálogos en apariencia triviales sobre las maravillas de la arquitectura. Es en cierta manera como si se tratase de unos nuevos Jesse y Celine como los que presentó Linklater en su trilogía Antes del amanecer. Uno se llega a encariñar con ellos fácilmente gracias a esos diálogos sutiles, esas miradas cómplices y una química que traspasa la pantalla.

Pero la relación entre Casey y Jin no está enfocada de cara al romance, sino más bien a una profunda amistad, admiración y comprensión por parte de ambos. Casey siente un profundo amor hacia su madre a pesar de todo lo que ha sucedido en el trascurso de su vida, y está dispuesta a renunciar a abrirse su camino con tal de cuidar de ella. Todo lo contrario que sucede con Jin, un hombre con trabajo estable, viviendo lejos de Estados Unidos y sin ninguna clase de relación con su padre. De hecho, le molesta tener que ir a Columbus a velar por su bienestar. Son dos posturas radicalmente distintas que se complementan muy bien y el conocerse supone un punto de inflexión para ambos. Tanto John Cho como Haley Lu Richardson consiguen formar una pareja perfecta, especialmente ella que al finalizar la película es la que ha vivido el viaje más intenso de ambos.

Al nuevo talento detrás de las cámaras y al impecable trabajo de los actores hay que añadirle algo más: La belleza en las cosas más simples. Porque tal y como relata Casey con su pasión por la arquitectura, hasta en el rincón más insignificante del planeta hay algo a lo que aferrarse. Incluso en la ciudad de Columbus, de la que probablemente nadie haya oído hablar, es un lugar arquitectónico impresionantes del Medio Oeste americano, como bien se encarga de reflejar el film con todas las localizaciones exteriores. E insisto, todo ello sin llegar a aburrir ni resultar pedante.

En definitiva, se trata de una ópera prima muy llamativa en todos sus aspectos que debería haber tenido algo más de visibilidad durante su paso por la cartelera.