Doctor Sueño
El año 2019 ha sido un año prolífico en cuanto a las adaptaciones de Stephen King. Primero con la nueva versión de Cementerio de animales, posteriormente con la segunda parte de la mastodóntica It, o la nueva temporada de Castle Rock. Sin embargo, la que más dudas podía generar dado el estatus del que goza su antecesora sería Doctor Sueño, pero logra salir bastante airosa del reto que tenía por delante.
Basada en la novela de Stephen King, tras los acontecimientos de El resplandor, Danny Torrance, el pequeño de la familia, intenta seguir con su vida pese al trauma que sufrió en el hotel Overlook. Cuando parece que por fin ha conseguido la paz que tanto anhelaba, su camino se cruzará con el de Abra Stone, una niña que posee un resplandor muy potente. Pero no es el único que muestra interés en Abra, pues el Nudo Verdadero, un grupo de nómadas especiales que se alimenta de esos poderes psíquicos, no se detendrá hasta encontrar a la niña.
Es bien sabida la animadversión que siente King hacia la película de Kubrick. Pese a los fotogramas y escenas que ya han pasado a la memoria colectiva por su propio impacto o por la infinidad de referencias y parodias, sí que es cierto que la cinta dejaba bastantes cuestiones de la psique y del background de la familia Torrance fuera del metraje, algo en lo que hacía bastante hincapié la novela y que entre otras cosas daría lugar a diferencias irreconciliables entre el escritor y el director. Al menos hasta ahora. Desde luego, Mike Flanagan tenía una laboriosa tarea por delante al adaptar esta secuela espiritual: Llevar el texto de King a la pantalla como adaptación al uso, contentar a los seguidores de la cinta de Kubrick, darle su toque personal como director, autor del guion y responsable de montaje; y que todo ese nuevo mejunje se sostuviera por sí mismo.
En líneas generales, Flanagan cumple con un desafío que se antojaba casi imposible si uno está familiarizado tanto con la celebre película de Kubrick como con el trabajo en papel de King. Y es que el filme capta muy bien la esencia de su material original resultando en una adaptación bastante notable, al menos hasta el tercer acto. De hecho, me atrevería decir que algunos de los cambios respecto a la novela que se producen en el metraje son para mejor y encajan con el modelo narrativo más cinematográfico. Poner también sobre advertencia que esto no se trata de una secuela al uso, sino más bien de una continuación donde el mundo que habían presentado se expande más allá de las gélidas montañas de Colorado y de los muros del tenebroso hotel en lo alto. Con ello quiero decir que sí hay escenas que se catalogarían de terror, pero entran de forma muy fuerte la fantasía, incluso se podría hablar de ciencia ficción siempre con las buenas dosis de drama.
Al estar tan presente la fantasía/ciencia ficción, Flanagan logra escenas visualmente muy llamativas que tienen que ver con el uso de ese “resplandor” donde el montaje resulta una maravilla y deja a su paso alguna que otra secuencia potente. Por no mencionar que los momentos de terror más puro están bien construidos y no se apoya tanto en el jumpscare, sino que el estilo del director luce más entre la paleta de colores más fría y la más cálida también herencia de la película de Kubrick, paneos que se toman su tiempo en recorrer la estancia, criaturas de ojos brillantes o los traumas del pasado relacionados con la familia.
Y como en la obra original, el peso dramático queda reducido a tres personajes. Ewan McGregor como Danny representa muy bien a un hombre roto por un trauma que parece no subsanar y que claramente se le nota el desgaste con el paso de los años, Kyleigh Curran como la joven Abra que no pude evitar encontrar paralelismos con Jean Grey o con Eleven de Stranger Things respecto a la edad, solo que un punto algo más sádico; y Rebecca Fergurson como Rose, una antagonista con una determinación admirable y gran carisma que la hacen estar a la altura de las circunstancias.
No obstante, hay un aspecto de la cinta que me genera serias dudas: Su tercer acto. Se entiende que todo ese tramo sirva para reconciliar a los seguidores de la novela y de la película, y no voy a negarlo, lo consigue con excelente resultado limando muchas asperezas. Pero no puedo evitar pensar que, llegados a este punto, Flanagan estaba más interesado por recrear las escenas más icónicas de El resplandor que de rematar la historia. Se puede entender que haya que tirar hasta cierto punto de guiños, pero también es cierto que la película cuanto más se aleja de Kubrick y adquiere una personalidad propia brilla más. Y también señalar que durante su planteamiento es cierto que tiene que presentar varias situaciones en un período de tiempo limitado que en una novela, aunque hay escenas durante el planteamiento que se sienten un poco bruscas al pasar de una trama a otra, como si ese segmento se hubiese hecho con más prisas en la sala de montaje.
Pero con sus ciertos defectos y sus mayores virtudes, lo que no se puede negar es la magnifica labor de juntar tres visiones distintas, hacer que cuajen y salir airoso de la situación, llegando por fin a un mutuo entendimiento entre los seguidores de dos narrativas juntando lo mejor de ambos mundos.