El congreso
Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa, César a la mejor película extranjera, nominada al Oscar como mejor película extranjera y a los Bafta como mejor película de animación. Estos fueron los premios que cosechó el director israelí Ari Folman con su anterior película Vals con Bashir, documental animado que narraba la matanza de refugiados que se produjo en el Líbano en 1982.
El pasado viernes 29 de Agosto se estrenaba en nuestras carteleras su último trabajo, El congreso en la que, de nuevo, la animación es protagonista aunque esta vez comparta pantalla con imágenes reales.
Basada en la novela de Stanislaw Lem “Congreso de futurología”, la película cuenta la historia de una actriz que ha perdido toda la fama que tuvo antaño. Su carrera se ha venido abajo y las ofertas de nuevos papeles son escasas. En este momento se le ofrece la oportunidad de seguir trabajando eternamente sin envejecer y a la vez que pueda vivir su vida privada junto a su familia, sobre todo al lado de su hijo quien precisa de atención constante a causa de su enfermedad. La solución propuesta es escanearla y usar su imagen virtual para realizar las películas.
Una más que interesante propuesta la que nos ofrece el director israelí, no sólo por la animación que contiene la película, que ya de por sí es un punto muy a tener en cuenta. Los personajes de colores, sus transformaciones, los vuelos, todo en conjunto constituye casi un viaje alucinógeno que hace disfrutar enormemente ante la visión del mismo.
Pero como decíamos no solo la parte de la animación es lo que puede constituir un reclamo. 
La actriz protagonista resulta ser Robin Wright quien se interpreta a sí misma, de manera que es inevitable pensar cuanto de verdad hay en lo que se está viendo. Cuanto de verdad hay en el apogeo y declive de su carrera. Nos demuestra la gran inteligencia, a mi entender, que la actriz posee al ser capaz de ponerse ante las cámaras y aceptar, uno tras otro, los golpes metafóricos que el guión va lanzando contra su persona. Aguantando estoicamente y con un portento asombroso la actriz nos demuestra que sigue siendo precisamente eso, una gran actriz, que ni paso del tiempo ni la aprovechada industria cinematográfica han logrado mermar sus dotes interpretativas.
Acompañada de otros grandes como son Harvey Keitel o Paul Giamatti, la actriz y la película en su conjunto se encargan, además, de hacernos reflexionar hacia donde nos estamos dirigiendo, que futuro nos espera y el poder que estamos dando a según que industrias para que nos dominen o anulen completamente bajo el manto ficticio del “ es por tu bien”.
Permitidme que insista en que El Congreso es una opción muy a tener en cuenta a la hora de elegir película si estáis dubitativos ante la cartelera, pues además del atractivo aspecto técnico que nos ofrece, tiene además buenas dosis de nostalgia cinematográfica y es de las que además provoca que se mueva un poco nuestra conciencia, algo que siempre va bien.
