Llevaba tiempo queriendo ver El Gran Hotel Budapest, la última película de Wes Anderson. De hecho, ya comenté lo mucho que me gustaba el característico estilo de este director cuando hablé de “Moonrise Kingdom”. Después de varios amagos, por fin la he visto y puedo decir que no me ha defraudado para nada.
El planteamiento narrativo me gusta mucho y se utiliza la figura del narrador de una manera muy original. La historia es contada al espectador por un escritor en una de sus novelas tal y como se la contó a él cuando era joven uno de los protagonistas de la propia historia. Es decir que la película tiene dos narradores simultáneos que cuentan la misma historia pero en épocas distintas. ¿Y cuál es la historia? Bueno pues es la de Gustave H. (Ralph Fiennes), el recepcionista de uno de los hoteles más importantes de Europa, El Gran Hotel Budapest. Suele intimar mucho con algunas de sus huéspedes, sobre todo si son rubias, ancianas, necesitadas y, por encima de todo, ricas. Una de ellas muere y su herencia causa sorpresa entre sus familiares al dejar a Gustave un cuadro renacentista de incalculable valor. Junto a su fiel botones, Zero Moustafa, trata de esclarecer la muerte de Madame D. para limpiar su nombre (ya que Gustave ha sido injustamente acusado de la muerte) y hacerse con el valioso cuadro que la anciana le dejó en herencia.
La historia se desarrolla a mitad de los años treinta, periodo de entreguerras en Europa. Este momento histórico es utilizado de una manera muy inteligente como fondo de la historia ya que se muestran los enfrentamientos geopolíticos del momento de una manera sutil (sin ser lo protagonista de la historia). En cuanto al reparto, la película cuenta con habituales de Wes Anderson y otros destacados actores. Los nombre más conocidos son Ralph Fiennes, Edward Norton, Adrien Brody, Tilda Swinton, Jude Law, Willem Dafoe o Bill Murray, entre otros.
En definitiva, se trata de una comedia elegante muy bien ejecutada, algo a lo que este director nos tiene acostumbrados.
