How i Met Spielberg
Hoy hablaré de How i Met Spielberg, un documental de un chico ilusionado con el cine y con la industria que decide, por todos los medios posibles, conocer a su ídolo, Steven Spielberg. De entrada, la idea es interesante y puede despertar nuestra curiosidad. La lástima es que, fuera de eso, no haya mucho más que destacar. No soy quien para juzgar y delimitar la ilusión y el empeño de alguien que quiere introducirse en un mundo tan complejo como el del cine, pero hay dos tipos de errores en este documental. Los primeros, son del propio documental, de factura técnica, estructura, propósito, conexión con el espectador. Los segundos, son respecto a las pretensiones del documental.
En los primeros errores podemos hablar de cómo el documental posee un cuidado nulo, cámara en mano, apuntando a la cara del protagonista, quien nos lleva a su lado a la meca del cine, Los Ángeles, para comentar todo lo que va viviendo con el paso de los días al mismo tiempo que persigue su sueño. Los comentarios que van haciendo el protagonista y su amigo, quien acompaña al protagonista en esta odisea, son comentarios “de estar por casa”, algo que diría uno en cualquier momento al otro sin tener una cámara en medio. Todos estos detalles me hacen pensar que quizá el objetivo de este documental no está del todo claro e incluso me parece fallido. Su factura, su pretensión, su manera de enfocar el documental como simplemente lo que dice ser en un principio y poco más son más propias de vídeo de YouTube que no de algo que pagaríamos por ver en Vídeo on Demand para introducirnos en una experiencia única como la que vive el director de esta obra. Hay muchos vídeos en la plataforma de Google que nos llevan a situaciones similares a éstas, con cámara en mano, apuntando a la cara y diciendo las cosas que pasan por la cabeza en ese momento. Una cosa es eso, otra es un documental que, a mi parecer, requiere de un enfoque diferente. Sé que estas son decisiones hechas por la falta de presupuesto que hay, pero con presupuestos aún más limitados he visto cosas que se atreven a más que a un diario con estructuras propias de YouTube.
En el segundo tipo de error, comentaré algo más personal que quizá no tenga que ver con la pretensión del protagonista, por lo tanto, quizá no son errores tan acuciantes del propio documental, sino más bien diferencias con lo que la obra propone. El cine no es una industria, es un arte, el cine pretende transmitir emociones que nos descoloquen, que nos sitúen en un lugar diferente al que solemos encontrarnos en el día a día o similar a la cotidianidad pero desde un punto de vista alternativo, que se introduzca como un intruso en nuestra mente y no pueda soltarnos. Steven Spielberg es uno de esos tipos polémicos que conjugan ambas cosas, la industria que solamente busca conseguir dinero a partir de cosas vagas, que tienen poco en cuenta al espectador, y el arte, aquel que busca un juicio estético construido a partir de ideas claras, que busca una reacción del espectador que sea contradictoria, ambivalente para que se choquen pensamientos y reflexiones en la cabeza al acabar los fotogramas. Ahora bien, el cine no es una cosa que tomar a la ligera, una cosa que ver en el sofá por la tarde durante mucho tiempo y ya concebir que se posee conocimiento de éste y que se puede realizar sin más. El cine debe ser una pasión que se introduzca no solo en cómo vemos el mundo y en cómo crear historias “que enganchen”, como se dice por ahí de forma fatídica, sino que debe descolocar los valores estéticos del espectador, descolocar su mundo, replantearlo para que vuelva a la realidad que no se mueve a partir de fotogramas con la idea de un mundo plural, contradictorio, masivo, complejo. Hay películas mínimas que consiguen esto, como podría ser cualquiera de James Gray o, aún más simple, Kelly Reichardt. Hay películas enormes que consiguen esto desde diferentes puntos, desde El Intruso de Claire Denis hasta Barry Lyndon de Stanley Kubrick. Desde este punto de vista, yo no sé qué piensa el director de How i Met Spielberg, ya que, al intentar hacer ameno el documental, no se termina de perfilar la verdadera pasión que Armando Molina Fernández, director del documental, pueda tener respecto a este arte. No puedo saber si la tiene a tal nivel, si la tiene a otro nivel, o qué sucede con ello, ya que solo podemos saber lo que se ilustra en el documental, y en éste, aquello se muestra de forma poco definida para dar paso al verdadero propósito de la obra, que es conocer a Spielberg.
Dicho esto y quedando entendido que el segundo tipo de error que comento es quizá demasiado propio y poco digno de ser usado como juicio al documental en sí, sino más bien de ser entendido como una manera de ver el cine y de decir que en esta obra de Molina Fernández no acaban de verse ciertas cosas que yo entiendo como básicas y necesarias para comprender una pasión por algo como esto que es el cine. Entiendo que la ilusión, la fuerza de voluntad, el empuje que muestra su director para conseguir sus sueños es valioso y quizá es por esa razón que algunos querrían ver este documental, y no me parecería mal, puesto que, como siempre se dice y no pretendo repetir lo que ya se sabe, es positivo e importante perseguir este tipo de ambiciones.