Esa pareja feliz
En 1951, dos apellidos que cambiarían para siempre el cine español firmaban juntos su primer largometraje. Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem arrancaban con una comedia costumbrista que, sin alardes, ya dejaba ver la mirada afilada que ambos pondrían sobre la sociedad. Esa pareja feliz no es su obra más conocida, ni la más celebrada, pero sí es una radiografía certera y con bastante guasa de la España de la posguerra. Y como tal, sigue resultando interesante (y bastante divertida) verla hoy.
Sinopsis de Esa pareja feliz
Antonio (Fernando Fernán Gómez) es un electricista de medio pelo que sueña con ser actor, pero que en la práctica apenas sobrevive con algún trabajillo técnico en los estudios de cine. Su mujer, Carmen (Elvira Quintillá), es una modista trabajadora y bastante más centrada, que se encarga de sostener el hogar mientras su marido fantasea con una vida mejor. Un día, sin esperarlo, los eligen como ganadores del concurso “La pareja feliz”, una especie de premio publicitario que les ofrece pasar un día de lujo: regalos, comidas, atención… y cámaras siguiéndoles los pasos.
Pero lo que parece un premio de película, se va torciendo con cada hora que pasa.
Reseña de la película
Berlanga y Bardem aún estaban lejos de sus grandes obras, pero ya había algo especial aquí. La película se burla (con cariño, pero con intención) de la España de la época, de la miseria que se tapa con lentejuelas, del sueño publicitario de ascender de clase como por arte de magia. El humor tiene ese sabor de comedia italiana con tintes neorrealistas, y aunque el guion no es redondo, las situaciones cotidianas, los personajes secundarios y el retrato social tienen mucha chispa.
Y ojo, ver a un jovencísimo Fernán Gómez en este registro tan cómico, tan natural, es una delicia. Él y Quintillá tienen química, y logran que el espectador empatice incluso cuando las cosas se ponen feas. Porque Esa pareja feliz no va solo de reír, va también de aguantar, de soñar y de enfrentarse a la realidad con lo que se tiene.
No será la comedia más recordada de ninguno de los dos cineastas, pero sin duda ya estaba ahí esa mezcla de sátira, humanidad y crítica social que marcaría el camino del nuevo cine español. Como primera piedra, es más que sólida.