María Magdalena (2018)
Al escuchar el título de la cinta, ¿qué piensas?
Historia, prostitución, dolor, lágrimas, religión…
El relato que por primera vez le da el protagonismo a esta figura escurridiza dentro la de historia y criticada únicamente por sus actos inmorales, se posiciona dentro de los más interesantes, únicamente porque deja ver un poco más de lo que ya sabemos, pero desde los ojos de la que en la cinta, se descubre como la más entregada y fiel de sus apóstoles, María Magdalena.
El evidente intento de vindicación femenina, muy acorde con nuestro contexto actual, hace que el film se eleve por sí solo, pero no quiere decir que éste valga la pena como tal, porque si a pesar de presentarnos una perspectiva distinta, no se muestra mucho más de lo que ya sabemos. No es un film de descubrimiento como podemos pensar, tampoco para rendirle algún tipo de tributo a esta mujer. Es simplemente otro relato sobre Jesús, que contiene los mismos pasajes de la Biblia, salvo uno que otro dato que hemos olvidado o que desconocíamos, pero la verdad es que la película es el mismo cuento de siempre.
La elección de Rooney Mara para interpretar a Magdalena es acertada, con su belleza de porcelana y su talento descomunal, irradia una mujer creyente, enamorada y en casos ciega a otra cosa que no sea la palabra del Mesías. La historia durante muchos años nos ha hecho creer que esta mujer fue una prostituta y de ahí, “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”…pero en el 2016, el Vaticano la canoniza, como si la Iglesia nunca la hubiese tratado de pecadora, adúltera y poseída por el demonio, cuando incluso en obras literarias y entregas cinematográficas, esta mujer no estaba tan mal parada como lo estuvo frente a la Santa Iglesia Católica…Lo cierto es, que representar a Magdalena de una manera mucho más angelical y elegante que en otras oportunidades tiene sentido. Véase, por ejemplo, cuando fue interpretada por la belleza salvaje y extravagante de la italiana Mónica Belluci, en La Pasión de Cristo (2004) de Mel Gibson, que irradia, sin querer queriendo, un deseo desbordante, todo lo contrario a lo que desprende Mara.
Por el lado de Jesús, no quedé muy convencida. Se debe tener absoluto cuidado cuando se seleccionan actores para interpretaciones tan delicadas y ver a Joaquin Phoenix como Jesús fue una gran sorpresa para mí. Una negativa sorpresa. Dejando de lado el hecho de no apreciar a Phoenix como actor, su rol como el hijo de Dios -creo- que deja mucho que desear. La voz que utiliza no puede ser la del gran Mesías, no puede ser. Claro, de esto no puede estar seguro nadie, pero una voz un tanto aguda para Cristo me parece totalmente fuera de lugar, en especial, cuando puedes reconocer fácilmente lo forzada que le resulta a Phoenix.
Es muy duro cuando, inevitablemente, se compite con otros actores que también han interpretado a Jesús. Resulta muy difícil no comparar, y si comparamos a Phoenix con Jim Caviezel, William Defoe o incluso Christian Bale, pues, éste no se encuentra al nivel de los otros, que han tenido la suerte o la maldición, de haber interpretado a tal personaje.
En conclusión, creo que es una película más que ver en Semana Santa, que fácilmente puede ser retransmitida todos los años, al igual que las muchas otras cintas que vemos desde chicos. Incluso, hablando de esta vindicación femenina, no termina de darle forma a dicha visión y modo de pensar. Se ve todavía a una Magdalena sufrida, a ratos enamorada, a ratos un poco más fuerte, pero invisible. Creeríamos que su rol dentro de la película, así como en la historia, sería mucho más presente pero no lo es. Quizás esperamos mucho de ella, sobre todo nosotras las mujeres, deseando que no se tratase de una mártir, cegada por el amor que siente por Cristo. La esperaba como una Juana de Arco, fuerte e imponente, pero seguimos teniendo a una mujer bajo la sombra de un hombre.
Después de todo, la historia no se puede cambiar y la película trata de ser lo más fiel posible a los hechos y datos recolectados los últimos años, mostrando un lado femenino que desconocíamos pero el “girl power” (tan ridículo como suena) que quieren mostrar los medios de comunicación, es totalmente innecesario y errado. Sea como sea, Cristo es y probablemente será, el personaje más mediatizado, y por lo mismo, ridiculizado, tal y como siento que pasa en este caso con María, la de Magdala, y todo este espectáculo de #poderfemenino.