Milagro en la celda 7
En medio del buzz que ha ocasionado Milagro en la celda 7 por su capacidad para removernos las fibras más profundas, la película de Mehmet Ada Öztekin, es una rara joya del cine turco, del cual se habla muy poco en esta industria a pesar de habernos regalado obras hermosas como Uzak (2002), galardonada con el Gran Premio del Jurado de Cannes en el 2003.
Memo, un padre con discapacidad intelectual, es acusado de cometer el asesinato de la hija de un militar de alto rango. Su hija Ova lucha junto a su abuela y su maestra por visitarlo en la cárcel. Lo que no se imaginan es que dentro, Memo ha logrado entablar amistad con sus compañeros de celda, quienes lo defienden de los militares.
La película está inspirada en la cinta coreana Regalo de la celda 7 de Lee Hwan Gyeong (2013), que, a su vez, parece haber sido inspirada en un evento real que sucedió en un pequeño pueblo de Corea del Sur, donde un hombre fue inculpado injustamente de secuestrar y asesinar a la hija del jefe de la comisaría del pueblo. El hombre fue declarado inocente 39 años después de haber sido sentenciado a cadena perpetua.
En la película turca, a pesar del evidente abuso de las técnicas cinematográficas para darle el toque más dramático posible, la historia logra funcionar, sobre todo en estos momentos donde la esperanza parece ser lo único que nos queda. Es posible que funcione únicamente por el buen timing, pero sea por la razón que sea, es una película que merece ser vista y sentida, ya que posee elementos básicos para lograr atraparnos, como lo son un gran elenco y una gran historia.
Aras Bulut İynemli (Memo) y Nisa Sofiya Aksongur (Ova) nos regalan actuaciones sinceras y viscerales, el amor entre padre e hija se ve representado de una manera sublime, otorgándole al espectador la oportunidad de ser parte de tan hermoso lazo. Si se quiere, y como muchos han explicado, el amor de padre también se ve representado en uno de los compañeros de celda de Memo, quien realiza un acto de amor al tomar las consecuencias de un crimen que no cometió.
En el caso de la película coreana, ésta busca mostrar algo más allá del lazo entre un padre y un hijo, este film busca exponer un sistema corrupto y repleto de fallas, mucho más apegado a la realidad de los eventos sucedidos en 1979. La versión turca es más azucarada, más infantil de alguna manera y busca por todos los medios arrancarnos una lágrima, lo que me pareció a ratos excesivo, ya que, con dejar correr la historia de la mano de tan increíbles actores, hubiese sido suficiente.
Filipinas e Indonesia también han hecho su versión, lo que nos indica la gran empatía que la historia ha logrado desarrollar alrededor del mundo.
Muchos creen saber cuál fue el milagro dentro de la celda 7. Se ha explicado su significado en diversos medios, pero creo que el significado está en los ojos de quien lo vea. No parece ser tan evidente como se cree, lo que también es válido. Lo que sí es cierto para mí, es que el verdadero milagro de esta cinta radica en el honor que se le rinde al cine turco, es la oportunidad de descubrirlo (o redescubrirlo) gracias a Netflix, y esta producción es una gran muestra de lo que dicho cine puede ser capaz.