En su día, y dado el aluvión de contenido audiovisual relacionado con los superhéroes (o al menos seres con poderes), era cuestión de tiempo que hubiera un proyecto que no fuera una adaptación de un cómic. Que simplemente se subiera al carro con contenido libre, sin tener que rendirle cuentas al original. Hubo unos pocos y siguen saliendo poco a poco, pero nadie pensaría que habría uno que fuera tan desinhibido y que encima tuviera ciertas dosis de humor. Con estos atributos se sentaron las bases de una serie que, en cualquier caso, no pasaría desapercibida para el género, y es la que hoy me ocupa.
Durante una condena de servicios sociales los cinco jóvenes que la estaban cumpliendo por diversos actos vandálicos son alcanzados por una tormenta. Al principio podría parecer que se trata de una tormenta normal, pero poco después descubren que esta les ha conferido diversos poderes. Simon (interpretado por Iwan Rheon) puede volverse invisible; Kelly (Lauren Socha) ha adquirido telepatía; Curtis (Nathan Stewart-Jarrett) tiene la capacidad de volver atrás en el tiempo; Alisha (Antonia Thomas) hace que la gente que toca entre en éxtasis sexual imparable; y Nathan (Robert Sheehan) descubre de la manera más dura que es inmortal. En principio sus vidas continúan con normalidad, pero al parecer durante la tormenta no fueron los únicos en conseguir extraños dones.
El apartado visual es bastante atractivo ya que la fotografía está bastante bien cuidada. Vaya por delante también que se ha evitado algún poder más espectacular (como podría ser lanzar rayos láser) en pos de hacerlo todo más accesible a los efectos especiales que disponian. La banda sonora si que es un punto mucho más fuerte que prácticamente el resto. Empezando por la canción del opening, tema de The Rapture, y con otras canciones de otros artistas de la talla de Joy Division, Neil Diamond, The Specials, The White Stripes y muchos más que acompañan lo que estamos viendo de una manera genial.
Al elenco de actores, los cuales he apuntado algunos un poco más arriba, habría que añadirle un buen puñado de secundarios y, a partir de la cuarta temporada, un cambio de alineación entre los principales. Desde ese punto estos fueron Rudy (Joe Gilgun), Jess (Karla Crome), Finn (Nathan McMullen), Abby (Natasha O’Keeffe), y Alex (Matt Stokoe). Es verdad que en un principio resulto algo confuso, pero la verdad es que la nueva hornada siguió siendo bastante interesante sin necesidad de emular a sus antecesores. Y el creador de esta idea tan loca pero a la vez muy efectiva es Howard Overman.
La serie, se nota que no es ambiciosa en cuanto a lo que ofrece pero si que es verdad que luego la trama asciende a algo un poco más enrevesado. Todo esto teniendo claro cuales son sus limitaciones. Pero lo que de verdad hace interesante de ver es todos esos diálogos desenfadados, esas dosis de humor para situaciones que en parte deberían ser algo más serias, y junto a todo también había sitio para algo de drama. Y si a esto le añadimos a unos personajes con una personalidad más que marcada, solo puede mejorar. Respecto a esto es verdad que el público empatiza más con la primera generación (por así decirlo) que con la segunda. Mi opinión al respecto es que hay que verlo un poco como Skins o (si me apuráis ya que tienen poderes) con cualquier colección y formación de los X-Men, y disfrutar de cada temporada con lo que nos ofrece, que no es poco.
En conclusión, es una serie que puede suponer una especie de parodia, en cierto sentido, de los superheroes pero que luego, si se observa atentamente, llega a sorprender bastante con todo lo que propone. Lo que ya no se es si algún día volverá o no, porque sigue parada en la quinta temporada, lo cual es un aliciente también para que la vean tanto los amantes del género como los que no, ya que no es muy larga.
Esto puede ser el comienzo de algo grande. Lo siento en los huevos.
