The Imitation Game (Descifrando Enigma)
Para alguien que admira a Benedict Cumberbatch en su papel de Sherlock se hace complicado verle en otros papeles. El caso es que al final te acaba convenciendo. Ya lo hizo en “Star Trek: En la oscuridad” como antihéroe, y lo ha hecho, con más solvencia aún en “The imitation game”, rememorando la atormentada vida del matemático inglés Alan Turing.
Cumberbatch se basta y se sobra para mantener él solito la película, bien apoyado por la casi siempre criticada (no lo entiendo) Keira Knightley, y por Matthew Goode, que tan pronto te hace un anuncio de Ferrero Rocher como te mete el miedo en el cuerpo (si no habéis visto “Stoker” ya estáis tardando).
Resulta que los nazis crearon una máquina con la que cifraban sus comunicaciones para que los aliados no pudieran desencriptarlas, y el ejército británico confió en Turing para encontrar el modo de descifrar la información que interceptaban al ejército alemán. Pero no contaban (según la novela en la que se basa la película) con los supuestos problemas mentales de Turing, originados por la muerte repentina de su compañero de estudios en el colegio. Tuning se centró en las matemáticas para salir adelante, y la frialdad de los números le hizo perder la empatía hacia las personas, de ahí el interés que muestra por mantener su máquina en funcionamiento, porque en definitiva la búsqueda del amor perdido la realiza a través de las máquinas de computación que ideó.
Creo que “The imitation game” ofrece una historia atractiva sobre uno de los considerados padres de la informática actual, pero también considero que en el fondo no deja de ser una película sobrevalorada, como tantas otras, por tanta nominación en tantos premios distintos, en los que al final se acaba llevando el galardón a la mejor banda sonora y poco más.