#Vivo
Desde que en 2016 Tren a Busan se convirtiese en un nombre propio dentro del subgénero de zombies, no son pocos los que esperan una película de similar calidad procedente de Corea del Sur. Y mientras se ameniza la espera para la secuela de la cinta dirigida por Yeon Sang-ho, gracias a Netflix tenemos un nuevo filme con algunas características que lo hacían irresistible para quien escribe estas líneas. Os hablo de #Vivo.
Un virus desconocido se está propagando con rapidez por la ciudad, convirtiendo a los infectados en criaturas violentas y caníbales. Oh Joon-woo es un youtuber que ha logrado sobrevivir al caos quedándose en casa, pero los infectados no tardarán en reparar en su presencia.
Uno de los puntos fuertes es que, aunque haya un poco de contexto y también presentación de personajes y de la situación, prácticamente desde el primer minuto se pasa a la acción, de modo que se capta la atención del espectador con rapidez. Y ese interés logra expandirse a lo largo de todo el metraje, pues al estar la acción tan enfocada y reducida a un espacio pequeño en lugar de salir a explorar la ciudad o lo que quede de la civilización se añade un fuerte componente de tensión que en otros casos suele funcionar muy bien y aquí no es la excepción. Mención especial a los infectados, que, aunque sean veloces y la explicación simple del contagio venga a raíz de un virus, también poseen algunas características del zombie más clásico sin agudización de los sentidos y resulta divertido ver la grotesca transformación de los cuerpos, haciéndolos muy efectivos para su propósito con unas pinceladas de mitología.
Si bien es cierto que el ritmo se equilibra bien entre los momentos de acción y de tensión más desenfrenada (gran mérito de esta tiene que ver con el montaje dinámico y el provecho de la tecnología para determinadas situaciones imposibles) con los de mayor calma centrados en la supervivencia del protagonista dentro de su apartamento con recursos limitados y cierta creatividad, llega un momento en el que la situación si no da un revés corre el riesgo de volverse monótona, fruto de que Joon-woo tampoco es un personaje particularmente carismático ni inteligente y que en solitario llega un momento que no da más de sí. Por fortuna, atajan ese problema a tiempo, y sin entrar en spoilers, pasa por muchos lugares comunes del subgénero pero que eran necesarios para evitar un estancamiento de la trama.
Su título intenta vender la película como una historia de zombies/infectados en un mundo más millennial, y lo cierto es que hay gags relacionados con la tecnología o las redes sociales que consiguen sacar una pequeña carcajada o situaciones en las que esa misma tecnología resulta muy útil y es coherente con los personajes. Pero quedan reducidos a momentos superficiales que podrían haber dado para mucho más, al igual que una pretendida crítica a las redes sociales de cara a su final, que se queda en un simple intento con el que podrían tener miga para mucho más y no terminan de explotarlo ni por una vertiente seria ni humorística.
Y aunque en su tercer acto en más de una ocasión parece que el guion puede tropezar y no volver a ponerse en pie, es orgánico hasta cierto punto con lo que venía contando. Eso sí, no habría estado de más una dosis más jugosa de mala baba. Pero en líneas generales, cumple con creces su objetivo de entretener sin ser excesivamente cliché. Y como detalle extra cinematográfico, si se tiene en cuenta la pandemia y la cuarentena por la que hemos pasado y seguimos pasando a lo largo de todo el globo, el concepto de estar encerrado en tu propia vivienda sin poder salir a la calle y ver cómo uno es capaz de arreglárselas con muy poco, todo causado por un virus desconocido y mortal, le da una dimensión diferente a la película.