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Vida oculta

Desde hace unos años si se le pregunta al espectador medio sobre la duración de las películas más recientes responderá que últimamente las nota más largas, siendo esa longitud en muchos casos superior a las dos horas y e incluso bordeando las tres horas de duración. Esta tendencia aviva un debate de si esa duración es estrictamente necesaria para contar una historia o es un mero formalismo de muchos directores. De cualquier modo, el ver una duración tan prolongada hace que en muchas ocasiones se miren esas cintas con cierta resignación o pereza, pues indirectamente una extensión tan grande supone a la vez un gran compromiso, uno que muchos espectadores no están dispuestos a asumir, perdiéndose tal vez maravillas por el camino.

Franz y Fani son un matrimonio con hijas que vive en la zona rural alpina de Austria durante el auge del nazismo. Pronto comienzan a llegar las ordenes de reclutamiento por parte del Fuhrer a todo el país y la aldea donde viven Franz y Fani acogen la ideología nazi con los brazos abiertos. Solo Franz se muestra reacio a prestar juramento a los nazis, decisión que le acarreará consecuencias a él y su familia.

Más allá de la duración del filme, es notorio el sello de Malick nada más empezar, con esa fotografía en gran angular que le añade una sensación permanente de distorsión sobre lo que se está viendo, una belleza poética en todas las imágenes ayudada de la localización de ensueño en los Alpes que evoca emociones de magnificencia y una intención muy clara de dejar a los personajes a su aire llenando el plano y sin ninguna prisa en contar una historia. Porque podría ser muy fácil confiarlo todo al poder de lo audiovisual, con la fotografía inmaculada y la emocionante banda sonora a cargo de James Newton Howard y que un público muy particular se deleitase con esa experiencia.

Vida oculta

Pero el realizador va un paso por delante y demuestra que tanta belleza contrasta en parte con lo que quiere contar, que no es otra que la historia verídica de un hombre común y corriente que en las circunstancias más adversas se mantuvo firme en sus convicciones. Y si bien es cierto que a lo largo del metraje los personajes y las circunstancias pueden pecar de excesivamente maniqueístas con un tema tan delicado y espinoso como puede ser el ascenso la ideología nazi, Malick no pone tanto el foco en el sufrimiento que pueden infligir los verdugos sobre las víctimas, sino que está más interesado en mostrar como esa ideología se va volviendo predominante en la aldea, como los vecinos que siempre habían sido amigos con Franz y Fani les dan la espalda o arremeten contra ellos como si fueran parias por no querer defender la unidad del país, como la religión a la que tanto se aferraba el matrimonio con una fe ciega también cambia de parecer con el supuesto mensaje del bien común y la unidad dejando de lado los dogmas católicos fundamentales o hasta qué punto es posible mantener los ideales en un mundo que parece forzado a sacarlos a golpes, si acaso es más importante tener claros los valores morales aunque lleven inevitablemente por el camino de la martirización o si es más importante velar por el bienestar general de su familia y ceder a las presiones.

Con un tema tan sencillo pero a la vez tan importante la mayor parte del peso interpretativo recae sobre August Diehl, el encargado de dar vida a Franz. A través de los primeros planos de su rostro y de los numerosos monólogos y diálogos que mantiene hace un trabajo minimalista, donde el espectador puede sentir las dudas que se agolpan en su cabeza y a la vez su voluntad de no rendirse pase lo que pase a la par que profiere un amor excepcional por su familia. Lo mismo se puede decir de Valerie Pachner como Fani, con sus miradas cargadas de reproches, gestos de frustración y en general un lenguaje verbal más duro entendibles ante la postura de su marido y como afecta a su vida.

Es cierto que a partir de la segunda hora hay partes del metraje que se vuelven redundantes, que podrían haberse acortado que al final el resultado hubiese sido el mismo. Pero por muy predecible que fuera el desenlace no deja de ser emocionante y al final queda el poso de haber asistido a una historia casi más grande que la vida.

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