Es curioso pensar que Jordan Peele, director de la galardonada película Déjame Salir, se embarcó en una lucha junto a otras productoras para producir el guion de Weapons, escrito por Zach Cregger. Finalmente no lo consiguió, pero dejó a los fans del género preguntándose que tipo de película tendría que ser para que Peele la tuviese en el punto de mira. Tras su estreno el 8 de agosto, podemos afirmar que, efectivamente, estamos ante uno de los hits del terror de este año.
En una pequeña ciudad de Estados Unidos, 17 niños de la misma clase desaparecen el mismo día y a la misma hora. Este suceso arrastrará a un grupo de de personajes a un misterio que poco a poco se irá volviendo más espeluznante.
Con claros ecos a autores legendarios de la literatura como Stephen King, —un suceso terrorífico que afecta a niños en un pequeño pueblo, donde son los propios habitantes y la policía quienes deben enfrentarlo— y de directores recientes del cine de terror moderno como Osgood Perkins, —con una atmósfera lúgubre y meticulosamente cuidada— Zach Creeger compone un relato que juega con una idea muy potente en cuanto al juego de interpretaciones se refiere. Durante todo el metraje asistimos a una serie de secuencias muy bien dirigidas que te hacen cuestionarte que es lo que realmente está ocurriendo en el pueblo. Además, cada personaje tiene su conflicto personal, lo cual provoca que el terror aterrice en un terreno más cotidiano. Este tipo de horror más mundano no es nuevo para el director.
Cabe recordar que Cregger cautivó a los fans del género con su primera película Barbarian, la cual situaba la acción en un barrio de clase baja. El filme generó una gran variedad de críticas mixtas. Algunas de ellas causadas por la decisión a mitad del metraje, de cambiar el tono turbio con el que había empezado a uno más cómico. Weapons no cuenta con el mismo mecanismo, pero si apuesta por adornar la historia con un rompecabezas narrativo que mejora la experiencia del espectador, haciéndola más inmersiva e interesante (se recomienda ver la película sin saber nada de ella). En este caso, observamos las consecuencias del terrorífico suceso desde la perspectiva de varios personajes. Todos ellos tienen su momento cumbre en la película, pero no llegamos a contemplar un arco que cierre sus tramas personales de manera satisfactoria. Un ejemplo es el personaje interpretado por Alden Ehrenreich, uno de los policías encargados de investigar el caso, quien tiene una subtrama bastante interesante pero que no llega a concluir de una forma eficaz. Este punto es el más flojo de toda la película, y es una pena porque realmente los actores están muy entregados y hay buena química entre ellos. En especial Julia Garner, quien con solo una mirada, transmite perfectamente la impotencia de no poder actuar en una situación tan terrorífica.
El aspecto más interesante del filme se sitúa en su primera parte, cuando somos partícipes de la investigación y estamos igual de perdidos que los personajes. Una vez que se revela el misterio, es inevitable que las expectativas anteriormente alcanzadas hayan jugado en contra. Lo cual no significa que la revelación no sea satisfactoria, de hecho, Cregger logra crear un imaginario aterrador en el que demuestra una maestría visual en la construcción del suspense. En adición, el clímax de la película incluye una secuencia que será recordada y comentada durante los siguientes años. Sin embargo, es inevitable pensar que podríamos haber estado ante un desenlace más original, o al menos, algo diferente.
Aún con todo ello, Weapons no es una película de terror al uso, estamos ante una obra de autor que cuenta más de lo que se muestra. Muy en la línea del cine de Jordan Peele, cuyas películas tienen una fuerte crítica social, y sus revisionados siempre revelan más detalles ocultos. Zach Cregger parece estar tomando un camino similar, se percibe que tiene un gran futuro cinematográfico por delante, y que sus películas seguirán siendo objeto de análisis para los enfermos del género como nosotros.
