Bienvenido Mr. Chance
Toda España (incluida la aún anexionada Cataluña) se hizo eco esta semana de las palabras de nuestro ínclito Presidente del Gobierno Mariano Rajoy, durante la entrevista realizada por el periodista Carlos Alsina. Nuestro amado líder de la nación, ese gran botarate al mando de este bote a la deriva en el que estamos todos aún a bordo, aparenta ser un hombre irreflexivo, simple (no sencillo), o se lo hace porque le va bien. El caso es que ya nadie duda de su magnificencia, y sólo él parece no darse cuenta.
Su presencia dentro del contexto de la vida en el país que le llena la boca se explica mucho mejor si dejamos el título de la película Bienvenido Mr. Chance -que recomiendo hoy- en su versión original: Being There. Porque si algo ha hecho este caballero para llegar a donde está ahora es simplemente estar ahí, siempre. ¿Se merece todas las collejas que se está llevando? No cabe duda de que sí, y más que se tendría que llevar (en términos electorales, obviamente). Fíjense cómo será que cada vez que habla tiene que salir alguno de sus compañeros de partido a dar explicaciones por todos sus malentendidos, y cada entrevista equivale a una nueva victoria de sus rivales políticos.
Pero claro, tampoco es que los demás valgan mucho la pena. Al contrario, el panorama es desolador. El otro día estaba escuchando varios mítines en relación a las elecciones catalanas del 27 de septiembre y me preguntaba a mí mismo cuál me da más vergüenza ajena de entre todos los que hablan y son aplaudidos, a pesar de que pueden estar diciendo alguna estupidez supina o una broma carente de gracia. Entonces, si miramos el paisaje, parece que el que gana es Rajoy, claro, y el resto le siguen a no mucha distancia.
Hace casi un año ya que coincidí con un tipo que opinaba que la crisis actual había sido causada por la cantidad de robos que se daban, por parte de los empleados, dentro de sus empresas (clips, bolígrafos, etc.). A continuación se vanaglorió de haber robado en una antigua compañía donde trabajaba y haberlo hecho muy sagazmente. Menudo. No le veo desde entonces, pero le auguré un gran futuro como gobernante. Lo que ocurre es que creo que en realidad hablaba por hablar.
Esta es la clase de gente que, con pésimo criterio, me mete a mí en su saco de español ladrón, corrupto y bocazas y asegura que nos merecemos los políticos que tenemos. Y yo, que no me llevo ninguna subvención como Fernando Trueba, llevo años tratando de saber qué debo sentir para sentirme español. No es que reniegue del lugar donde nací, pero tampoco se me llena el corazón cuando me ponen la bandera en la cara, ni cuando oigo a los políticos hablar de España, ni cuando leo en nuestra Historia todos los problemas no resueltos y aún enfrentados de la población. El odio.
No sé por qué cuesta tanto hacer las cosas bien u honestamente, porque se ve que cuesta, ni por qué se ponen tantas excusas y objeciones o se cambian leyes de repente para justificar muchas razones. Supongo que si yo pudiera independizarme, no lo haría como país, lo haría como ser humano y nada más, algo personal y sin banderas, para no tener que oír aquí que España mola ni desde Cataluña nada sobre “los de Madrid” como algo despectivo, y no soporto que me engañen o me intenten engañar. No entiendo el nacionalismo, no siento ninguno, aunque acepto su existencia, que no fue más, en su momento, que una fuerza más potente que la Religión para ganar las guerras en el siglo en que surgió.
¿Y la película? Vedla, os gustará sin (casi) excepción. Además sirve como juego para ver cuántas veces os viene a la mente la cara de Rajoy. Peter Sellers es Peter Sellers, alguien entrañable y cándido, pero el que le falte o le sobre un hervor a su personaje es marca de Rajoy, aunque se rodase hace más de 35 años.