A la hora de mirar con detenimiento lo que son las décadas del terror, se pueden encontrar patrones bastante diferenciados. Si bien los 2000s a nivel general no son memorables por grandes títulos de calidad, sí lo pueden ser por un par de nombres banderas del infame torture porn como Saw o Hostel. Y a nivel colectivo, la saga de Destino final dentro de lo que cabe supo hacerse un hueco, reinventado el slasher y regalando algunas de las muertes más creativas vistas el séptimo arte, con traumas incluidos. Todo en la vida es cíclico, y las sagas de terror se resisten a morir, por lo que más pronto que tarde siempre resurgen con una nueva entrega cosechando resultados mixtos. Pero para esta ocasión, queda patente que hay sangre fresca para rato.
Stefani es una estudiante universitaria que desde hace un tiempo es incapaz de pegar ojo debido a una pesadilla recurrente en la que mueren cientos de personas en un fatídico accidente. Stefani cree que esa pesadilla está relacionada con su familia, por lo que volverá a casa buscando respuesta y tratando de evitar el terrible destino que le aguarda a su familia.
Al tratarse de una sexta entrega, hay un esquema muy claro sobre lo que funciona y lo que ha hecho que la saga se mantenga vigente. Los seguidores y los espectadores casuales ya saben qué esperar de una película de Destino final: Un accidente en base a una serie de catastróficas desdichas que termina matando a un puñado de personajes, una persona que tiene una premonición de ese accidente, se salva así misma y a unas cuantas personas más de las garras de la muerte, pero esa solución es una mera tirita temporal, pues a la muerte no le gusta que interfieran en sus planes, y si esas personas estaban en la lista de la muerte, encontrarán su final pronto de maneras horribles. Unas pautas que se han mantenido durante las cinco entregas anteriores sin excepción, y el esquema no van a cambiar radicalmente ahora, pero sí va a tener un giro que es un soplo de aire fresco.
Es de agradecer que la cinta comience casi inmediatamente con el accidente en el edificio en torno al que va a girar toda la trama, una secuencia prólogo magistral que presenta el carácter de uno de los personajes principales, mete ya el mal cuerpo en los espectadores y regala una cantidad de muertes imposibles y cargadas de mala baba. Pero esta premonición rápidamente nos traslada a otro entorno, a otro contexto temporal, desconcertando y al mismo tiempo captando el interés por esa novedad. ¿Cuál es la relación entre esa premonición de otra época y Stefani? Desde luego el subtitulo de la película y la propia sinopsis ya dan pistas sobre el nexo, pero aun así es muy estimulante ver como se va desenvolviendo el misterio sin perder la esencia que caracteriza a la saga.
Y es que si en ocasiones anteriores los que los personajes tenían en común era el ser los supervivientes de un accidente, el estar en el lugar y en el momento equivocados, en esta cinta la muerte es incluso más cruel, pues no es un accidente el común denominador, sino el hecho de que se trate de una familia que por determinadas circunstancias no debería existir. Es hablar de la muerte atando cabos sueltos por un motivo que es superior a todos ellos, por la mayor de las casualidades y que al mismo tiempo, sigue respetando el núcleo y el principal leit motiv de la saga: la muerte es inevitable y no se la puede engañar, pues tiene un plan para cada uno y por mucho empeño que se le ponga por escapar, nadie se libra de ella.
Más allá de darle una pequeña adición que le insufla vida (un juego de palabras cuanto menos irónico si la principal entidad del filme es la muerte), la cinta funciona como mini precuela y como secuela legado, una que sabe perfectamente a lo que viene a jugar, cogiendo los puntos fuertes que la han caracterizado desde siempre y dándoles una ligera vuelta de tuerca para que no todo sea sota, caballo y rey, sino que hasta los fans más fieles además de una cantidad generosa de easter eggs tengan una ligera sensación de novedad. Las reglas son las mismas, pero presupone que ya siendo una sexta entrega el público sabe adelantarse a los acontecimientos, y en más de una ocasión la cadena de circunstancias juega con los conocimientos del espectador, logrando sorprender con resultados macabros, similar a lo que proponía Scream 5.
Por supuesto, no sería una película de Destino final si no hubiese una serie de muertes que se quedan grabadas en la retina. Fuera cada película de mayor o menor calidad siempre había al menos una muerte en particular que causaba repelús, horror, una agonía desmedida o un trauma para toda la vida con mucho humor negro por detrás. Esa huella tan característica sigue aquí, sabiendo captar la atención con un objeto particular que al final resulta inofensivo para acabar con otro desenlace diferente, muertes mucho más rápidas que no por ello menos dolorosas y con explosiones de sangre y vísceras o incluso haciendo guiños a entregas pasadas con algún elemento. Desde luego hay secuencias muy bien aprovechadas, donde cada uno puede elegir su nueva forma de angustia, ansiedad y paranoia que desemboca en carcajada o algún nuevo trauma.
Es de apreciar que para esta ocasión buena parte de los personajes no tengan comportamientos pasivos o de parsimonia constante, que tengan al menos un poco de carisma y que sus conflictos dramáticos pues se les intente dar un trasfondo generacional de como al final los traumas y los rencores pasan de padres a hijos como una semilla podrida que arrasa con todo. Sin embargo, puede que el momento mas emotivo de todo el metraje sea la aparición de Tony Todd, un habitual de esta saga donde consiguen cerrar el arco de su personaje en una despedida perfecta para el actor y para su personaje.
Quizá el único tirón de orejas que personalmente le puedo poner a esta entrega es un error que parece de fábrica con la cuarta y la quinta película, y es que hay escenas donde se nota en exceso los efectos digitales, capaces de expulsar al espectador de la cinta aunque para esta ocasión no haya excusa de tecnología 3D. Y si bien hay conexiones con el resto de la saga y pequeños detalles, quizás en el fondo con la premisa esperaba que las conexiones fuesen incluso más fuertes, pero este último apunte es nivel meramente subjetivo. Por todo lo demás, el descanso a la saga le ha sentado de maravilla para recargar pilas y demostrar que aún puede mostrar maneras creativas de morir con una historia interesante detrás.