Lo admito: a mí Dora la exploradora me pilló ya con bigote (o casi), así que toda esa fiebre por el mapa, la mochila y las canciones en bucle me pasó por completo. Pero este verano me ha dado por explorar películas que, por una razón u otra, se me habían quedado en el camino. Y Dora y la ciudad perdida es una de esas. Una adaptación live action de un personaje de dibujos animados… ¿Qué puede salir mal? Bueno, más bien: ¿qué puede salir regular?
Sinopsis de Dora y la ciudad perdida
Después de pasar la mayor parte de su vida en la selva con sus padres exploradores, Dora se enfrenta a su reto más peligroso hasta la fecha: la secundaria. Pero cuando sus padres desaparecen mientras buscan una antigua ciudad inca, Dora reúne a un grupo bastante improbable de adolescentes para salvarlos y, de paso, resolver un misterio arqueológico digno de Indiana Jones (en versión PG).
De exploradora a adolescente (y vuelta)
Lo primero que llama la atención es el intento de llevar al personaje de Dora a una nueva etapa, más adolescente, pero sin perder su esencia infantil. Y ahí entra en juego Isabela Merced, que da vida a la joven exploradora con muchísima energía. De hecho, durante los primeros minutos consigue que el personaje funcione, con ese optimismo desbordante que, por momentos, incluso se vuelve encantador. El problema es que ese encanto inicial no tiene mucha evolución. Todo se mantiene en una nota constante, sin arcos claros, sin profundidad… como si la peli dijera: “es para críos, con que sonrías basta”.
El resto del reparto cumple su función sin alardes, y algunos gags funcionan mejor de lo esperado. Hay incluso algún momento meta bastante gracioso (la escena del delirio animado es digna de mención). Pero en general, la película va perdiendo fuelle a medida que se vuelve más fórmula que hallazgo.
A nivel técnico está bien resuelta: la dirección de James Bobin es correcta, los efectos cumplen y la ambientación resulta colorida y dinámica, ideal para su target. Pero eso: está hecha para un público muy concreto, y fuera de ahí, se queda algo corta. A quien no le tire la nostalgia del personaje ni tenga peques en casa, difícilmente encontrará mucho donde rascar.
Conclusión
Dora y la ciudad perdida es una aventura inofensiva, pensada claramente para un público infantil y familiar. Tiene buenos momentos, especialmente al principio, pero se va diluyendo con el paso de los minutos. Isabela Merced demuestra carisma, aunque su personaje no le permita brillar demasiado. En resumen: una película correcta, que probablemente encante a los más pequeños o más bien, a los que crecieron con este personaje, pero que para el resto puede resultar algo plana. Yo ya he explorado lo que tenía que explorar.