El editor de libros
El vicio intelectual es sin duda alguna una de mis mayores adicciones. No porque yo me considere una intelectual, sino porque me atraen con fuerza magnética las personas que lo son, y este film retrata muy acertadamente lo que yo, personalmente, reconozco como una persona de este tipo: una persona obsesionada con su propia inteligencia la cual perturba los rincones más personales de su vida y agrieta cada relación que no le convenga para su desarrollo y evolución intelectual. Una persona ensimismada con tantas ideas en su cabeza que se pierde entre las historias que inventa, se enamora de sus personajes y vive su vida a través de autores fallecidos, pero con la capacidad de crear justamente historias maravillosas con personajes increíbles que al leerlos nos consumen, es decir son sin más, unos genios.
Genius, es como se titula el film en inglés del británico Michael Grandage, el primer largometraje de este director y productor de teatro, lo cual considero que fue una ventaja enorme al momento de plasmar las emociones y sensibilizarlas con la hermosa textura de la película. Basada en hechos reales y en la vida del importante novelista norteamericano del siglo XX: Thomas Wolfe.
Una película que se centra en la pasión de un hombre por ser leído y respetado, por ser reconocido como uno de los grandes de la talla de Fitzgerald y Hemingway, lo que lleva a preguntarme si se trata de una pasión real y no de las meras ganas de obtener la fama. Thomas Wolfe, es el genio que no se esconde tras infinidades de palabras sublimes y poderosas que hacen vibrar al editor Maxwell Perkins, con quien crea un vínculo amoroso cercano al de padre e hijo.
Maxwell lo lleva a la gloria de la mano de su creyón rojo, editando sus obras para que sean más acordes a la lectura y así puedan ser vendidas. Sus libros se convierten en best-sellers y la obsesión de Thomas por ser el más grande lo lleva a traicionar a los que más ama, incluso a aquel a quien le debe su éxito.
Pero estos conceptos de deber el éxito o llevar a la gloria se ven ofuscados momentáneamente por el reconocimiento intelectual que le otorgan al genio, pero una vez que cae en cuenta, ve que no le debe el éxito a nadie, que él es el escritor, es él el artista y el rol de un editor tanto para Thomas como para el propio Maxwell se ve nublado. Es que, ¿realmente el libro debía ser editado? ¿Era necesario recortar y suprimir los párrafos para una lectura más “amena”? Es como cortar pedazos de la vida de Thomas (ya que escribía sobre él mismo) o minimizar hasta un punto sus emociones y sentimientos. Es un trabajo realmente cruel el de privarle al mundo la descripción original de unos hermosos ojos azules o de un encuentro con la persona amada.
El amor delirante con el que escribe traspasa su mirada y lo convierte en una especie de chiflado. Sí, todo el mundo lo está, solo que este personaje no lo esconde, no puede. Jude Law es quien lo interpreta, y con el correr de los minutos dejas de reconocer a su famosa interpretación del Dr. Watson en Sherlock Holmes, para ser testigo de su transformación como el excéntrico Thomas Wolfe.
Por minutos sus gestos me parecen exagerados e incluso molestos, pero luego entiendes que no puede ser de otra manera y es cuando Jude Law se vuelve grande. Escupe cada palabra con una energía electrizante y quieres verlo triunfar a pesar de ser un completo egoísta.
No entendí el porqué de colocar a Nicole Kidman en el rol secundario como la pareja de Wolfe. Me pareció que cualquier actriz con un mínimo de talento podría hacerlo, pero en cuanto se presenta su última escena te das cuenta de por qué es ella la elegida para el papel.
Su expresión, su mirada, ese estado entre la rabia y la tranquilidad que solo ella pudo transmitir, esa nada que quería dejarle ver a Wolfe. ¿Cómo transmites tan perfectamente que no sientes nada? ¿Cómo se gesticula tal sentimiento sin necesidad de grandes gestos? Pues Nicole Kidman lo logra. Y es que era necesario de un talento de ese calibre para estar al lado de Colin Firth con quien ya ha compartido pantalla en Un largo viaje (2013) y en No confíes en nadie (2014). Firth, quien nunca me gustó como actor, con este rol he podido finalmente entender lo que los grandes críticos tanto le aclaman.
La hermosa fotografía de Ben Davis (Guardianes de la Galaxia, La duda) y la acertada elección de los actores son elementos que van a la par con el verdadero protagonista de esta historia: las palabras. Las cuales poseen un poder inmenso que se ve reducido en cuanto se intentan suprimir como lo haría un editor a manera de censura, pero el conjunto de todas las anteriores ya traspasa lo humano y hasta lo divino.
Gorgias de Leontinos, filósofo sofista, escribió: «La palabra es un poderoso soberano, que con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo realiza empresas absolutamente divinas. En efecto, puede eliminar el temor, suprimir la tristeza, infundir alegría, aumentar la compasión.»
Así que, ¿una imagen vale más que mil palabras? En este caso se necesitan ambos elementos para crear una obra tan hermosa. Tan hermosa como las famosas líneas de Wolfe.
“…una piedra, una hoja, un piso sin descubrir; una piedra, una hoja, una puerta. Y todos los rostros olvidados”
Thomas Wolfe, Look Homeward, Angel
Hola Mile. Cual me recomiendas ver?. La q te haya más impactado.. Excelente tus críticas..
Hola Adalberto! Pues aprovechando que has leído esta crítica deberías ver la película! Es tiempo bien invertido.
Saludos y gracias por leerme!!
siguiendo semana a semana tus publicaciones!! excelente redacción, saludos.
Hola Virginia!!
Gracias por seguirme, espero que mis publicaciones te motiven a ver las pelis. Saludos!