Malavita
De la unión de consagrados actores como son Michelle Pfeiffer, Robert De Niro o Tommy Lee Jones, quienes además están dirigidos por Luc Besson, lo último que se espera es lo que ofrece Malavita.
La familia Blake capitaneada por Giovanni Manzoni se ven obligados a cambiar de identidad y de residencia ya que son perseguidos por la mafia, organización a la que anteriormente pertenecían. Básicamente esta es la historia y el total de lo que nos ofrece la película que no pasa de ser un producto de esos que parecen existir sólo porque algo hay que hacer y ofrecer al público. Un relato que no engancha demasiado y no por falta de ingredientes.
Como decíamos, los actores son de primerísima línea, del director lo mismo se puede decir y el género es de los que siempre crean una “malsana” atracción. La mafia ha dado grandes títulos a la historia del cine partiendo de Scarface o Hampa dorada hasta llegar a El padrino o Los intocables de Elliot Ness. Incluso tratada en clave de comedia como en Casada con todos, protagonizada también por Michelle Pfeiffer.
Con dichos elementos de base parece imposible que algo pueda fallar, pero así es. No hay gancho, la intriga es nula. Las actitudes violentas de la familia que pretenden crear comicidad no son más que eslabones de una cadena que tira de la película sin llegar a ninguna parte. El tratamiento demasiado rápido de subtramas como la de la hija que se enamora del profesor, no hacen más que dispersar la ya de por sí dispersa historia.
En resumen, Malavita resulta ser un producto de entretenimiento, realizado en serie sin ningún punto fuerte en el que basarse, siendo lo único destacable el guiño que en ella se realiza a Uno de los nuestros, cuando el anteriormente mafioso Giovanni Manzoni (Robert De Niro) se sienta a mirar la película que él mismo interpretó bajo las órdenes de Martin Scorsese.
