El exorcista del papa
Russell Crowe regresa a la pantalla grande para ponerse en la piel de Gabriele Amorth, un personaje real del ambiente religioso. Este sacerdote que ejerció como exorcista principal del Vaticano, realizando más de cien mil exorcismos a lo largo de su vida. Amorth escribió dos libros de memorias donde detalló sus experiencias luchando contra Satanás. El exorcista del papa ha sido dirigida por Julius Avery (Samaritan, Overlord, Son of a Gun) si analizamos su trayectoria era evidente que no podíamos esperar otra cosa que lo que tenemos en pantalla.
El Vaticano calificó el título como “pretencioso”, afirmando que la historia pretende cosechar audiencia gracias una trama conspirativa que busca emular lo conseguido por El Código Da Vinci al intentar poner entre dicho quién es el verdadero enemigo del mundo, si el diablo o el poder eclesiástico. La película no es un biopic, eso está claro, nunca pensé que vería los comienzos de Amorth, pero tampoco espera una historia tan sensacionalista y hollywoodense.
The Pope’s Exorcist no se diferencia en nada a cualquier otra película de terror y posesiones, vamos que copia de ellas. El realizador en vez de enfocarse en la fe del sacerdote, de explorar su mundo interior y apoyar con las posesiones, opta por construir un personaje completamente desvirtuado de la realidad. Para los que vimos el documental The Devil and Father Amorth esto realmente es una vergüenza.
No tiene una base sólida de guión, eso sí hay sangre, gritos, levitaciones, lo usual en estos casos, incluso una puerta abierta a una secuela.
La única razón por la que llego a los créditos es por Russell Crowe, porque aunque cada día sume más películas estúpidas a su filmografía es buen actor.
Una oportunidad desaprovechada, una trama que pudo ser un homenaje a Gabriele Amorth pero prefirieron rodar una chapucera y rutinaria El exorcista del papa.