El truco final
Christopher Nolan es uno de los directores más aclamados y, al mismo tiempo, uno de los más criticados por la forma en que presenta la narración de sus películas y también porque se distingue por entregar grandes producciones elevando las emociones de los fans al máximo y después los estrella contra el piso con más de una decepción que no es del todo culpa de suya, sino de las altas expectativas que se construye la gente (también hay que decirlo); por supuesto, también estarán los que no se identifican con su manera de hacer cine, pero que igual lo miran por morbo o por tener bases para realizar una crítica informada (que también los hay).
En el caso de la película “El truco final”, el director británico no sólo cumple las expectativas que algunos tenían después de su trilogía de Batman, sino que hace gala de un muy buen cine debidamente aderezado con sus toques, giros y narrativa inconfundibles y una carga de magia, fantasía y ciencia.
La historia, ambientada en el siglo XIX, se concentra en Alfred Borden (Christian Bale) y Rupert Angier (Hugh Jackman), quienes son un par de ilusionistas que, tras algunos trucos fraudulentos y algo de trabajo en equipo, comienzan una batalla entre ellos por conseguir la supremacía en el medio y las consecuencias derivadas de estos enfrentamientos tendrán costos muy altos para ambos.
La lucha de egos, la construcción de los personajes, las interpretaciones de los protagonistas y el final inesperado hacen de esta historia, más que una película un truco de magia en el que el espectador sale gratamente sorprendido, con la suficiente información para entender la ilusión, pero con el debido misterio que no permite revelar por completo el truco.
Y es que justamente el guion está manejado en las tres partes exactas con las que se monta un acto de magia, por lo que las sorpresas y la fantasía de este tipo de espectáculos lo inundan todo desde el principio. Un truco de magia que trae escondido en el sombrero la crudeza de las emociones e instintos humanos, ese querer ser más que el otro, la lucha interna, la envidia, el deseo de poder o supremacía que no entiende de límites.
Uno de los puntos más emocionantes de El truco final, especialmente para aquellos aficionados a la ciencia, es la aparición en la historia de Nikola Tesla, pero no sólo por ser uno de los científicos que más popularidad han adquirido en últimas épocas tras haber sido ignorado en la suya, sino porque es interpretado nada menos que por David Bowie que, en compañía de Scarlett Johansson, Michael Caine y Rebeca Hall consiguen un reparto genial.
Es cierto que tampoco estamos ante la mejor película de Nolan, pero sí está entre las que mejor ilustran su estilo particular, con detalles bien cuidados y una temática interesante debidamente interpretada por grandes actores que la convierten en una cinta muy recomendable.