En un lugar solitario
En un lugar solitario es una película dirigida en 1950 por Nicholas Ray director de obras tan conocidas como son Rebelde sin causa o Johnny Guitar, entre muchas otras.
Dixon Steele (Humphrey Bogart) es un guionista que se ve relacionado con un asesinato del que pasa a ser el principal sospechoso. Gracias a su vecina Laurel Gray (Gloria Grahame) obtiene una coartada pero la duda de su culpabilidad seguirá planeando sobre el guionista.
Nicholas Ray dibuja como nadie personajes torturados y esta película no es ninguna excepción. El guionista protagonista de la historia debe lidiar con ese ser violento e incontrolable que surge de su ser tras cualquier provocación. Un personaje que resulta ser víctima de lo mismo que la mayoría de protagonistas de las películas de Alfred Hitchcock, la falsa culpabilidad.
En riguroso blanco y negro, marca habitual que no única, se destila esta joya del cine negro. Una vida tortuosa, un personaje atormentado, carreteras sinuosas que albergan el peligro inminente que se esconde en cualquier recodo.
Un juego de amores y desamores, de desconfianza y de violencia. La angustia reina durante toda la película. El juicio al que es sometido Steele por parte no sólo de la policía sino también de sus más allegados, crea un suspense que sobrevuela con maestría por encima de cada línea del guión. Un guión perfecto en estructura y en contenido. Un rápido y atractivo principio con un fantástico y aún más atractivo final. Un guión de esos que dejan en la memoria frases inolvidables. Frases que en este caso evolucionan y van de la sencillez que las envuelve la primera vez que son pronunciadas hasta la dureza sofocante que las arrastra como enormes yugos en su última aparición.
En un lugar solitario es una pieza de cine negro breve, intensa y atractiva. Una pieza que no debería dejarse pasar.