Gladiator II
En el 2000 Gladiator se alzó con 5 Oscar, sin embargo su director Ridley Scott perdía una vez más la estatuilla por su labor. La película es de esas que guardo con mucho cariño y que siempre que vuelvo sobre ella me arranca una lágrima. El director ahora con 87 años él y 24 años después de esta película regresa a Roma, al Coliseo y a la arena para una secuela: Gladiator II.
Dieciséis años después de la muerte de Marco Aurelio, Roma está gobernada por los despiadados emperadores gemelos Geta y Caracalla. El nieto de Aurelio, Lucio Vero, vive bajo el seudónimo de Hanno con su esposa Arishat en el reino norteafricano de Numidia. El ejército romano dirigido por el general Acacio invade y conquista el reino, esclavizando a Lucio junto con otros supervivientes. Los esclavos son llevados a Ostia, donde Lucio es comprado por el maestro de cuadra Macrinus, que le promete la oportunidad de vengarse matando a Acacio si gana suficientes combates para llegar al Coliseo.
Una mirada que se apega más a lo comercial, al entretenimiento y a ser rentable alejándose de todo el drama y tragedia de la anterior. Gladiator 2 tiene clara su meta, hacer que los espectadores no se aburran y que sean capaces de conectar a Lucio con Maximus a través de algunos flashback. Un nuevo héroe, una nueva venganza y una Roma que liberar, en ese sentido es bastante similar a la original, es predecible y da lo que ofrece.
Como siempre el nivel de realización responde a sus 103 millones de presupuesto y a un director que sabe filmar batallas y peleas en cine como nadie. Siempre a este tipo de obra se le critica el rigor histórico: que si los babuinos, que si el rinoceronte, que si los tiburones, algo similar se vivió con “Exodus: Dioses y reyes” y el tamaño de los cocodrilos.
Gladiator II falla en la falta de emoción, de sentimiento y de alma que tenía la primera, precisamente porque ya todo el dolor se fue y se cerró el círculo con Maximus. La ira de Lucio, su futuro como salvador, su pérdida es una actualización que también podía tener otro título.
En el reparto Paul Mescal, la cara del momento, un actor inexpresivo, carente de matices que ha ido al gym y ha aprendido técnicas de lucha, pero jamás me eriza la piel como Russell Crowe. Denzel Washington se convierte en el nuevo villano, una especie de caricatura romana que no me hace olvidar The Equalizer. Pedro Pascal insignificante en su personaje y en su desempeño. Creo que el único que realmente sabe lo que es lo histriónico y el arte dramático es Joseph Quinn la mejor interpretación.
El propio Ridley Scott ha confesado su deseo de completar la trilogía, no creo que sea necesaria una continuación, la fuerza y el honor siempre estarán en la original y esta secuela quedará como un divertimento bien rodado.