La vida de los otros
Si hace unas semanas os contaba mi amor por los vampiros, en esta ocasión vengo a hablaros de mi gusto por los espías. Quizá lo prefiera en el apartado televisivo, no en vano Alias es una de mis series favoritas. Pero también me gustan más las series con menos artefactos y un poco menos de acción, en las que priman el trabajo de vigilancia y la intriga avanza lentamente como Homeland o The Americans. Y es inevitable ver lo que esta película ha influido en las dos últimas series nombradas.
Nos situamos en la República Democrática Alemana en el año 1984. El oficial Wiesler trabaja para la Stasi, la policía secreta del régimen. Él será el encargado de espiar a una pareja de la que sospecha el Gobierno: Georg, un escritor, y Christa-María, una actriz. Sin embargo, lo que en un principio parecía una sencilla misión acabará por complicarse de una forma que ninguno sospechaba y que cambiará sus vidas.
¿Cómo una película aparentemente tan fría puede llegar a gustar tanto? Se lo achaco a su progresión dramática. Empiezas conociendo a los personajes de a poco, algunas características, convives con ellos y te involucras con ellos como el oficial Wiesler hasta que les acabas cogiendo cariño. Y sufriendo con ellos, claro. Es el equivalente de echar muchos ingredientes en una olla a presión, dejar que se cocine todo a fuego lento y que acabe hirviendo a punto de explotar. Porque sí, todo lo que aparece a lo largo del metraje acaba siendo relevante, y no hay que esperar hasta el final para ver el resultado.
Pero un buen guión y una buena construcción dramática no sirven de nada si no hay unos actores que sostengan la trama. Aquí sus tres actores principales están soberbios y me ha dejado fascinada como pueden transmitir tantísimas emociones con unas miradas, sobretodo el fallecido Ulrich Muhe como Wiesler, un personaje complejo y con una gran cantidad de matices. La última escena que comparten Georg y Christa-María es el mayor exponente de que a veces una mirada dice más que mil palabras.
No solo el tema del espionaje es lo que aquí trata. La infelicidad, la impotencia, el afán de control, la lealtad, la falta de esperanza y el que creo que más me ha llegado tras haber finalizado la película y el que más me ha sorprendido teniendo en cuenta el contexto: la bondad del ser humano.
Iba con mis reservas con esta cinta, ya que en los Óscars de 2006 logró quitarle la estatuilla a El Laberinto del Fauno. Pero después de haberla visto, estoy dividida. Es una de esas elecciones imposibles siendo películas diametralmente distintas y muy buenas en sus respectivos géneros. Me alegro de haberla visto ahora que se acerca su décimo aniversario.