Loving Vincent
Bajo mi punto de vista, una de las mejores sensaciones que pueda experimentar alguien con una obra audiovisual es cuando dicha obra sorprende de forma positiva. Y generalmente esa sorpresa llega cuando uno da por sentado lo que puede pasar o lo que creía que sabía es erróneo. Eso es hasta cierto punto lo que me ha sucedido con esta película.
Situada en el año 1891 en Francia, el cartero Joseph Roulin le pide a su hijo Armand que le entregue a Theo Van Gogh la última carta dirigida a él por parte de su hermano Vincent antes de morir. Sin embargo, lo que parecía una tarea sencilla pronto se complica cuando Armand se entera que Theo murió poco tiempo después que su hermano. De este modo, Armand comienza a investigar la misteriosa muerte de Vincent Van Gogh.
Si uno echa un vistazo a la categoría de mejor película de animación en los Oscars durante los últimos años, se puede llegar a la conclusión de que los responsables de votar en dicha categoría siempre rescataban trabajos extranjeros menos conocidos y conseguían darles bastante visibilidad. Pero este año las reglas de votación han cambiado y eso se nota en las nominadas al estar presentes películas más convencionales. La excepción de la regla afortunadamente es esta cinta polaca.
¿Y por qué he hablado de sorpresas agradables? Simple, porque pensaba que en el terreno de animación ya había visto todas las técnicas posibles: animación tradicional en 2D, animación hecha por ordenador, stop-motion e incluso animación mediante acuarelas. Pero nunca había visto una película en la que su estilo de animación fuese mediante pinturas al óleo, lo que demuestra que no todo en el arte audiovisual está inventado. Y el resultado no podría ser mejor, pues es fascinante ver como todos esos dibujos pintados a mano cobran vida ante los ojos incrédulos. De hecho, el resultado final está tan logrado que en todo momento creía que la película estaba rodada en imagen real y el efecto de las pinturas se había aplicado a posteriori, como si se tratase de un rotoscopio.
Porque no es solo que todos y cada uno de los planos del film proceda de un dibujo lienzo muy elaborado que homenajean al arte del propio Van Gogh. Es que el movimiento conseguido se siente completamente natural, los detalles de objetos como el cristal o de elementos como el agua son sensacionales y que la perspectiva esté tan bien tratada como si hubiese una cámara invisible a lo largo de varios lienzos denota el enorme trabajo que se ha llevado a cabo hasta ver el resultado final. Y que me perdonen aquellos que saben más de arte pictórico, pero considero que los dibujos en blanco y negro que aparecen en los flashbacks son los más impresionantes de todo el conjunto.
Aunque muy a mi pesar, la nueva técnica de animación es lo único destacable de la cinta. La historia que propone no deja de ser un biopic al uso. Cuentan quién fue Vincent Van Gogh de forma póstuma mediante flashbacks pero no da tiempo a empatizar con ningún personaje. Y sí, la historia tal y como la presentan puede llegar a ser interesante gracias al empleo del misterio sobre las circunstancias de la muerte del mismo Van Gogh, pero todo se queda en la superficie y uno no puede evitar pensar que con un buen guión y no solo con las ganas de homenajear al celebre pintor con una nueva técnica hubiese salido una verdadera obra de arte.
Una película que despierta muchas emociones y sentimientos.
Sí, sobre todo la sensación que da es de asombro al ver todos esos dibujos.