Avatar: El Sentido del Agua
13 años después de haber hecho historia en la taquilla con Avatar (2009), James Cameron viene a entregar el segundo capítulo de la que promete ser una saga de varios años. Aunque las comparaciones son odiosas, es imposible ver Avatar: The Way of Water (2022) sin compararla con su predecesora y es que, en el fondo, se trata del mismo relato, con los mismos personajes y con el mismo sentido narrativo.
Avatar: El Sentido del Agua empieza en el punto donde nos dejó el primer capítulo hace una década. Jake (Sam Worthington) y Neytiri (Zoé Saldana) han formado una familia después de haber derrotado a los humanos en su ataque a Pandora. Su existencia se ve amenazada cuando la misma plaga, (sí, los humanos) vuelven a Pandora para cobrar venganza y extraer todos los recursos naturales que puedan.
La premisa es así de simple y el desarrollo de esta repite la fórmula de la Avatar original. En esta oportunidad, Pandora adquiere nuevas dimensiones, puesto que Jake y Neytiri son obligados a escapar de la tierra de los bosques y buscar asilo en territorios marítimos. El cambio de escenario permite a Cameron volar con su imaginación y presenta una serie de criaturas que parecen sacadas de la mitología y enfrenta a la familia de color azul con una nueva “raza” de Navi´s que han desarrollado sus habilidades en el mar.
El proceso de adaptación de la familia de Jake y Neytiri da pie a una serie de subtramas en las que sus hijos son protagonistas. Ellos se enfrentan a problemas de todo adolescente, bullying incluido, y cada uno va encontrando su lugar en la historia principal. Hay un evidente intento de Cameron para desarrollar sus personajes, sin embargo, la ambición del relato termina por opacar este esfuerzo. Al final, cada ser que vemos es confundible, olvidable y en algunos casos (resucitan a Quaritch) bordean el absurdo.
Los mejores momentos de Avatar: El Sentido del Agua son cuando Cameron utiliza los efectos especiales para crear nuevos mundos. Es particularmente notable toda la secuencia en la que se presenta este refrescante ambiente dominado por ballenas, donde la profundidad de los mares esconde legendarios espíritus. Es inevitable no tener esa emoción que se tuvo cuando conocimos Pandora por primera vez. Lamentablemente, estos momentos llegan tarde en la cinta y son demasiado esporádicos como para darle consistencia. El espectáculo visual de Avatar: El Sentido del Agua es innegable, estamos ante tecnología de primer nivel y literalmente el cine se convierte en una experiencia (recomiendo verla en 3D).
Esta nueva entrega de Avatar repite el mismo error que Hollywood comete en muchas de sus franquicias, el agotamiento por exceso. Es cierto que el mensaje de conciencia ambientalista está presente y queda claro que, detrás de las batallas y persecuciones, hay una historia en busca de identidad (Cameron homenaje a su Titanic). Quizás, con 30 minutos menos de duración y un guion más concentrado se lograría un mejor resultado.