MaXXXine
No se me caen los anillos por afirmar que lo que Ti West, Mia Goth y A24 lograron con X y Pearl en 2022 fue un éxito. Lograr hacer dos películas con una conexión tan clara pero que al mismo tiempo funcionaran de forma independiente y que cada una tuviese su propia personalidad mientras rendían homenajes y aprovechaban los contextos donde estaban ubicadas parecía casi brujería. Sin embargo una vez con el pastel sobre la mesa la revelación era mayor, pues ambos filmes serían parte de una trilogía, una que concluiría los cabos sueltos que dejó X. A medida que se iba recopilando información respecto a esa tercera entrega todo parecía indicar que el camino seguiría siendo sobresaliente. Pero incluso las mejores rachas, esas que parecen incombustibles, llega un momento en el que la inspiración parece haberse esfumado y pesa una importante sensación de decepción, una palabra que bien podría definir este cierre de trilogía.
Tras los acontecimientos de X, la historia se sitúa en Hollywood durante 1985. Maxine Minx se ha convertido en toda una estrella del cine para adultos, pero quiere dar el salto y convertirse en una actriz del cine convencional. Con la secuela de La puritana, una cinta de terror, Maxine parece haber logrado su oportunidad, pero hay un asesino suelto por la ciudad que parece seguirla de cerca y conocer sus secretos del pasado.
Si con las dos anteriores películas Ti West sabía capturar perfectamente épocas muy específicas, con MaXXXine sucede lo mismo. Son incontables los ejemplos que ponen a Los Ángeles como la metrópolis estadounidense donde todos los sueños son posibles sin importar el origen de aquellos que llegan a sus calles. También son numerosas las historias que van más allá del glamour y los neones para adentrarse en las cloacas de la ciudad californiana, donde se respira podredumbre, el peligro acecha en callejones y más que sueños parece estar cimentada a base de pesadillas. Casi desde que Hollywood existe como tal ha tenido esa doble cara, la que puede encumbrar a alguien o la que puede destruirle por completo. Y qué mejor ejemplo de lo mortal que puede ser Hollywood que mostrando las lágrimas que deben derramar las aspirantes a actrices para hacerse una nombre en la industria, el sudor y la sangre que también deben dejar las figuras femeninas como directoras o guionistas para que se las tome en serio, el respeto y al mismo tiempo el desdén hacia el género del terror en el entorno cinematográfico, un asesino que parece cebarse con jovencitas, una ola de fanáticos religiosos conspiranoicos predicando su pánico satánico con respecto a las películas y el auge de los videoclubs con cintas más violentas y pornográficas de las que podrían proyectarse en la gran pantalla pero que en la comodidad del hogar encuentran un nuevo mercado o un nuevo grupo de seguidores capaz de hacer más grande un filme que había pasado desapercibido.
Siguiendo la estela de las dos películas anteriores, los mimbres para hacer una cinta que funcione por sí sola respecto a su contexto y conservando las similitudes temáticas de la trilogía se pueden ver con claridad, al menos en teoría. La práctica es un asunto completamente diferente, pues el principal y el mayor problema de este cierre de trilogía y como película en sí es que tiene demasiados elementos que a su vez dan lugar a demasiadas subtramas que finalmente no llevan a ningún lado porque aparecen y desaparecen en un abrir y cerrar de ojos. Si a este gran defecto se muestra que Maxine ya ha conseguido su gran objetivo nada más empezar el filme y que hay poco o nada que se pone en su camino para ponerla en aprietos es inevitable que el interés vaya mermando a medida que se suceden los minutos. Y si ya encima el retrato que se muestra de Maxine, que es consecuente con lo visto en X, es de una mujer que sabe como cuidarse por sí misma, dura, casi intocable, la sensación de su viaje u objetivo es nula.
Con tanta subtrama por supuesto que hay un amplio repertorio de personajes y caras conocidas, pero sinceramente me cuesta penar en un actor o actriz que sea memorable. Los personajes de Elizabeth Debicki y Lily Collins tienen unas frases ingeniosas sobre el cine de terror o el papel de la mujer dentro del mismo en un divertido ejercicio de metaficción, pero tampoco hay mucho más donde rascar. No cabe duda de que la estrella es Mia Goth, al fin y al cabo ha sido la cara visible de la trilogía desde 2022 y sigue demostrando con creces que puede sostener una película ella sola, solo que después de lo que es capaz con las entregas anteriores quizá esta ocasión sepa a menos por muy competente que sea su trabajo.
El paralelismo con Scream 3 es inevitable. Ambas la última parte de una trilogía cuyas anteriores entregas habían sido brillantes y que esa tercera parte aun sin ser mala bajo ningún prisma sí había una sensación generalizada de estar por debajo de sus antecesoras. El propio Randy decía en dicha entrega: “El pasado nunca descansa, cualquier pecado cometido en el pasado va a estallaros en las narices y os destruirá”, básicamente el leitmotiv de MaXXXine. Y era natural que ese fuera el camino que siguiese para la conclusión, el cerrar la historia de la protagonista y que sus diferentes pasados llamasen a la puerta para rendir cuentas, solo que el resultado es tan disperso e irregular que queda un poso amargo.