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Minari. Historia de mi familia | Oscars 2021

A pesar de que el pasado año no haya habido grandes películas que hayan hecho mucho ruido consecuencia de la pandemia que todavía vivimos, lo cierto es que de cara a la cosecha de los Oscars las cintas seleccionadas muestran mucha variedad y riqueza, de modo que lo mejor del año se traduce en que la selección es apta para todo tipo de paladares. Desde lo más clásico y convencional hasta una nueva mirada a ciertas perspectivas que hasta hace no mucho eran pasadas por alto, como es el caso de la película de hoy: Minari. Historia de mi familia.

A mediados de los años 80 la familia de David, una familia coreana-estadounidense, se muda a una pequeña zona rural Arkansas con el objetivo de que el padre cumpla con su sueño de ser granjero. Las tensiones entre la familia aumentan con las llegada de la abuela, pero todos tendrán que encontrar la fortaleza para seguir adelante en su particular búsqueda del sueño americano.

Una de las palabras con las que se puede definir con facilidad la película es sinergia. Si uno tiene una bagaje amplio, se puede contemplar con claridad las influencias estéticas del cine independiente estadounidense, tales como la cotidianidad del modo de vida o el uso prolongado de la cámara en mano; pero también se vale de la calma y la sensibilidad más asociadas con ciertas narrativas más propias de Oriente, y es precisamente esta unión tan personal de dos visiones complementarias que hacen que el relato resulte tan especial. Y por supuesto, la película en todo momento tiene ese aura de relato autobiográfico sencillo pero enternecedor donde resuena con mucha claridad la voz de su autor.

MinariEl tratar una temática de inmigrantes tratando de buscarse la vida en Estados Unidos podría dar lugar a otra historia trillada y melodramática sobre las dificultades que esto supone. Solo que gracias a la inteligencia del director Lee Isaac Chung, a su habilidad para reunir lo mejor de cada perspectiva, a la autenticidad que desprende cada fotograma debido a su inseparable componente personal y a la sencillez de los pequeños detalles, la cinta esquiva caer en un dramatismo predecible. Por si fuera poco, se las ingenia para equilibrar bien los momentos más dramáticos sin que resulten forzados con las escenas más cómicas que explotan en el instante adecuado gracias a las dinámicas de familia, todo siempre presentado de una forma tan natural que resulta pasmosa a la vez que reconfortante.

A pesar de que la película no caiga en los convencionalismos de sensibilidad fácil, sí plasma los temas de la dificultad de tener una doble identidad sin tener del todo claro a dónde pertenece uno, si al país de origen o al país de adopción, especialmente en el caso de Anne y David, los más pequeños de la casa; la mezcla de miradas a medio camino entre lástima y atracción de feria que deben soportar al presentarse con el resto de vecinos de la comunidad, el hecho de que los trabajos menos agradecidos parecen destinados para inmigrantes o como con las cosas más sencillas toda una familia parece ser feliz por muchas dificultades que haya de por medio. Por si fuera poco, el filme en ningún momento llega a resultar predecible, pues es tal la calma, la sensibilidad y el mimo que le dedica a la familia, donde ellos se convierten en uno con la naturaleza que les rodea y en cada plano tienen mucho espacio para respirar gracias a la espectacular fotografía de luz natural, que los acontecimientos pasan a un segundo plano sin que el ritmo se resienta.

MinariAl resultar todo tan orgánico, las relaciones de familia no iban a ser menos. Brilla con especial luz el trabajo de Steven Yeun como el padre de familia empeñado en perseguir un sueño humilde pero que también debe ejercer de padre estricto si la situación lo requiere, y al ser el punto de vista dominante el de David el trabajo de Alan Kim para su corta edad es igualmente muy notable. Pero quien destaca por encima de todos por ser una absoluta robaescenas es  Youn Yuh-jung como la entrañable pero peculiar abuela de la familia.

En resumen, se trata de un relato personal pero que toca temas universales donde la sencillez es la clave para un enfoque diferente a una clase de historia cada vez más habitual en los círculos independientes. Y es de agradecer que con el paso del tiempo premios como los Oscar sean capaces de reconocer este tipo de historias y darles una mayor visibilidad.

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