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Mr. Robot: no es una serie más sobre hackers

A veces, una serie te sacude tanto que es imposible olvidarla. No porque tenga fuegos artificiales, ni porque reparta giros de guion como si fueran galletas de la suerte, sino porque cala. Te incomoda. Te remueve. Mr. Robot fue eso para mí. Una serie que se coló por la rendija del “thriller hacker” y acabó siendo un viaje psicológico, político, estético y existencial que me dejó con la cabeza del revés. Y ahora que han pasado unos años desde su final, sigue viva. En mi cabeza. En las conversaciones. En los memes. En el algoritmo de los seriéfilos exigentes.

Sinopsis de Mr. Robot sin romper nada (o casi)

Mr. Robot arranca con Elliot Alderson (Rami Malek), un joven ingeniero de ciberseguridad que trabaja para AllSafe durante el día… y se convierte en justiciero digital por la noche. Un lobo solitario, ansioso, paranoico y brillante, que un día es abordado por el misterioso Mr. Robot (Christian Slater), líder de un grupo de hacktivistas llamado fsociety. El objetivo: derrocar a E Corp, una megacorporación que controla medio mundo y a la que Elliot, irónicamente, protege desde su trabajo.

Por el camino aparecerán Darlene (Carly Chaikin), Angela (Portia Doubleday), Tyrell Wellick (Martin Wallström)… y una espiral de eventos que cruzan la rebelión digital con los traumas personales. Es una historia sobre sistemas (los informáticos y los humanos) que se rompen desde dentro.

Estilo y narrativa: la paranoia hecha imagen

Sam Esmail, creador y director de la mayoría de los episodios, no se conformó con contar bien la historia. Quiso que Mr. Robot se sintiera como la mente de Elliot. Y vaya si lo consiguió. La serie está llena de planos extraños, personajes descentrados (literalmente, en el encuadre), ambientes fríos, pasillos infinitos y silencios incómodos.

Hay homenajes cinéfilos por todas partes: El club de la lucha, Taxi Driver, La naranja mecánica, El club de la lucha (sí, la repito, porque está por todas partes). Pero no es pastiche, es estilo. Uno muy propio. Añádele títulos de episodios con extensiones como .mov, .avi o .flv, y un narrador que miente, y ya tienes una narrativa que rompe la cuarta pared y te mira fijamente a los ojos… sin que tú sepas si deberías mirar de vuelta.

Repaso de los personajes principales de Mr. Robot

Personajes rotos, memorables y magnéticos

Lo mejor de Mr. Robot no son los giros, ni los hacks, ni los momentos que te dejan con la boca abierta. Son los personajes. Elliot es fascinante: un tipo brillante, solitario, dependiente de la morfina, con un trastorno disociativo que se convierte en el corazón de toda la serie. Darlene, su hermana, es punk y vulnerable a la vez. Angela quiere cambiar el sistema desde dentro (spoiler: el sistema no quiere cambiar). Y Tyrell es… bueno, Tyrell es el yuppie nihilista que parece salido de American Psycho.

Cada uno arrastra su propio infierno, y la serie los deja sangrar en pantalla. Son complejos, contradictorios, humanos. Y están escritos con la misma precisión con la que se programa un exploit.

Temazos de Mr. Robot: sistema, soledad y revolución

Aquí es donde la serie vuela. Porque lo de hackear bancos está bien, pero lo de hackear el alma humana… eso ya es otro nivel.

Mr. Robot habla del capitalismo como una religión invisible. De cómo aceptamos que unas cuantas corporaciones controlen nuestras vidas mientras miramos el móvil. De cómo la revolución digital puede ser una trampa más. Del aislamiento, de la vigilancia, del control. De la identidad como algo fragmentado y programable.

Como ingeniero informático (sí, aunque aquí me veis como el del blog de cine o el que ha escrito un libro, en realidad vengo del código y las redes), reconozco que pocas series han representado tan bien el mundo real de la ciberseguridad y la ingeniería social. No hay hacking mágico con barras de progreso verdes. Aquí todo es real: Kali Linux, Python, ataques DDoS, exploits… Pero lo realmente potente es cómo eso se usa como metáfora de lo que somos: máquinas rotas, buscando sentido.

Y no hace falta que te interesen los firewalls o el cifrado. Mr. Robot va más allá. Habla del coste emocional de cuestionarlo todo. De la soledad brutal que implica ver el mundo tal y como es. De la revolución que no llega porque nadie quiere realmente despertar.

Aunque no profundizamos demasiado, si que hablamos de las temporadas de Mr. Robot

Temporadas: evolución y cierre (y qué cierre)

Cada temporada de Mr. Robot cambia el tono, pero mantiene el rumbo. La primera es el origen. La segunda, la caída. La tercera, el renacimiento. La cuarta… es otra cosa. Una serie dentro de otra. Un cierre valiente, tierno, arriesgado. Uno de los mejores finales que recuerdo. Y créeme, he visto muchos.

No hace concesiones, no busca gustar a todos. Pero es coherente con su propuesta, y eso es lo que la hace memorable. Como un if que por fin encuentra su else (ostras que malo).

Legado y repercusión de la serie

Aunque terminó en 2019, Mr. Robot sigue siendo una de esas series que se recomiendan con devoción. Tiene un fandom fiel, casi evangélico. Se sigue analizando en Reddit, se cuela en listas de “las mejores series de…”, y cada vez que alguien ve el final, corre a buscar con quién hablarlo.

Rami Malek salió de aquí directo al Oscar. Y Sam Esmail se consolidó como una de las voces más singulares del audiovisual actual (ahí está Homecoming o Dejar el mundo atrás).

Mr. Robot no fue masiva, pero fue influyente. No gustó a todos, pero tocó a muchos. Y en un mundo sobresaturado de series que se olvidan al día siguiente… eso es decir mucho.

Mr. Robot es como un archivo .zip: pequeño por fuera, pero lleno de capas por dentro. Es ambiciosa, imperfecta, intensa y, sobre todo, necesaria. Si no la has visto, estás a tiempo. Y si la viste y no entendiste todo, tranquilo. Yo tampoco. Pero algunas cosas no hay que entenderlas. Hay que sentirlas.

Y en ese código, Mr. Robot es puro arte ejecutable.

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