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Película Mula | Filmfilicos, blog de cine

Voy a intentar ser lo más objetiva posible con esta reseña, lo cual, no voy a mentiros, va a resultarme una ardua tarea, si tenemos en cuenta que en mi casa Clint Eastwood es una especie de semidios del cine y acumulamos casi la mitad de su filmografía (que incluye más de setenta películas como actor, director y/o productor sin contar sus trabajos en televisión). A estas alturas, con casi 89 años, cualquier trabajo suyo me parece un regalo, y aunque siempre he creído que está llamado a terminar sus días delante o detrás de una cámara (a veces pienso que se mantiene vivo gracias a su simple contacto), me he acercado a sus últimos filmes con la reverencia, o más bien el miedo, a que ése sea su canto del cisne, el “The End” de una vida devotamente dedicada al séptimo arte. Y nunca, como en Mula, me ha transmitido esa sensación de testamento vital, de equipaje bien hecho, de que el último superviviente del cine clásico se prepara para subirse a su caballo y alejarse hacia el ocaso sin volver la vista atrás.

Mula - Filmfilicos Blog de cineMula nos cuenta la historia de Earl Stone (Clint Eastwood), un popular floricultor y veterano de guerra que ve como su negocio de toda la vida quiebra por culpa de Internet. Privado de su verdadera pasión, y alejado de una familia (su exmujer, su hija y su nieta), que le reprochan el haber dedicado su vida al trabajo y haberlas relegado al último puesto en su lista de prioridades, termina siendo captado por un cártel para trabajar de mula, cargando en su furgoneta cantidades cada vez mayores de droga y llamando la atención de la propia DEA en un dispositivo liderado por el agente Colin Bates (Bradley Cooper). Al igual que ocurriera con muchas de sus películas anteriores, como El Francotirador o SullyMula está inspirada en hechos reales, concretamente en la vida de Leo Sharp, cuya fama como floricultor le llevó incluso a ser invitado a la Casa Blanca y que hoy en día, incluso tras su fallecimiento en 2016 a los 92 años, es reconocido como la mula de mayor edad del mundo.

Narrativamente hablando, la película se caracteriza por la simplicidad temporal propia del cine clásico: las escenas (y los planos) se suceden en una continuidad cronológica, con total ausencia de flashbacks, flashforwards o giros de guión que cambien la dirección hacia la que la historia se mueve. Los diferentes eventos en la vida de Earl (exceptuando los del breve prólogo, que supondrán un salto considerable, pero consistente, en el tiempo) se vertebran a lo largo de la docena de portes realizados por su protagonista para el cártel mexicano. Es curioso que a pesar de estar ambientada en el mundo de la droga y de los dispositivos policiales que la persiguen, las escenas se resuelven no sólo de la forma prevista, sino con una tensión mínima, medida por el director para resultar emocionante pero nunca excesiva o incómoda para el espectador. Como es ya habitual en su cine, Eastwood mima cada plano, dotándolo no solo de belleza sino de significado, incluso cuando éste se centra en una humilde flor o en un invernadero decadente.

Siguiendo con las convenciones propias del cine clásico, Eastwood presenta y define a sus personajes con claridad en sus primeras apariciones, dotándoles de una personalidad que mantienen durante todo el metraje. Esto no quiere decir que los personajes resulten planos, aburridos o no evolucionen en absoluto. La mayoría tienen una lección vital que aprender, una misión que cumplir, errores que enmendar, opiniones que cambiar o confesiones que hacer. Eastwood es el rey indiscutible: su mirada, algo empañada por la edad, sigue sin embargo transmitiendo ferocidad, ganas de disfrutar de la vida y momentos de ternura disimulada. Al contemplar a Earl Stones, pícaro, mujeriego, juerguista, con una moralidad cuestionable pero también capaz de dedicar su vida de forma apasionada al cultivo de la efímera belleza de una flor, de ser generoso, de buscar el perdón y la redención, no podemos evitar aventurarnos a cambiar los lirios por el séptimo arte y llegar a la conclusión de que, quizá por primera vez en su dilatada carrera, Eastwood ha desnudado del todo sus bondades y pecados ante su verdadera compañera de vida, la cámara. Su honestidad nos robará más de una sonrisa, y sus guiños a los papeles que lo convirtieron en un icono del cine despertarán nuestra nostalgia.

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Para acompañarle en su periplo, el actor y director se ha rodeado de un elenco infalible: Bradley Cooper, a quien ya dirigiera en El Francotirador y cuya buen hacer ya nadie puede cuestionar; Michael Peña, uno de esos secundarios de lujo especialistas en robar escenas por su sobresaliente trabajo y Lawrence Fishburne, cuya presencia siempre aporta peso a cualquier escena. Por la parte femenina, encontramos a la oscarizada Dianne Wiest, una actriz que suele convencerme en todos sus papeles y que sin embargo me pareció el punto débil del filme, al resultar, en mi opinión, algo sobreactuada como ex-mujer de Earl y sobre todo, al verse perjudicada por un doblaje que en ciertos momentos llegó a sacarme de la película. Alison Eastwood y Taissa Farmiga como hija y nieta de nuestro protagonista (y sí, la primera es hija del propio director, hecho que aún refuerza más la sensación de que la película no solo se basa en las experiencias vitales de Leo Sharp) cumplen con una contención que se agradece unos roles en los que fácilmente podría haberse caído en el melodrama sensiblero.

Otro de los aspectos altamente disfrutables de Mula es su banda sonora, que incluye clásicos de los sesenta como More today than yesterday o Ain’t that a kick in the head que me hicieron cabecear y mover los pies al ritmo de la música sentada en mi butaca.

¿Es Mula una obra maestra a la altura de Sin Perdón o Million Dollar Baby? Francamente, querid@s… eso no me importa. Es tierna a la par que dura, nostálgicamente cómplice, entretenida, pero sobre todo, honesta. Esta hecha a imagen y semejanza de un Eastwood crepuscular del que personalmente me duele despedirme. Como dije al principio de esta reseña, es un regalo. Y ante eso, sólo cabe dar las gracias…

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