Dragged Across Concrete
Se ha convertido en tradición que durante las ediciones de la Muestra Syfy se incluyan en la programación las películas de S. Craig Zahler. Y como toda buena tradición, está hecha para continuarla, por lo que este año al presentar el director americano un nuevo trabajo era la ocasión perfecta para verse en pantalla grande. Hoy os hablo de Dragged Across Concrete.
Brett Ridgeman y Anthony Lurasetti son una pareja de policías que, tras salir a la luz un vídeo en el que ellos son protagonistas, se encuentran suspendidos de su empleo. Sin embargo, este hecho no les impedirá adentrarse en el mundo de los bajos fondos y actuar buscando su propio beneficio.
Al tratarse del tercer largometraje del director, es muy fácil distinguir sus marcas estilísticas que no son para toda clase de público. Al igual que sucedía en Bone Tomahawk y en Brawl in the cell block 99, cuesta saber la estructura del relato a ciencia cierta y el ritmo es muy pausado, quizá excesivamente pausado. Pero si bien las cintas anteriores podían hasta cierto punto tener su justificación de que el ritmo fuera más lento y que finalmente hubiese una recompensa importante en el clímax y en el epílogo, en esta ocasión es necesario preguntarse si vale la pena que el filme tenga la duración que tiene y si su cierre compensa la duración y el ritmo.
El ritmo y la duración de Dragged Across Concrete se ven perjudicados no solo por el afán de contar y rascar a toda costa metraje en algo que no da tanto de sí, sino por dedicarse a presentar una gran cantidad de personajes secundarios que finalmente, no tienen especial relevancia e incluso en el caso de algunos no sirve de nada que los presenten. También resulta muy sangrante que haya infinidad de diálogos basados en asuntos triviales que no conducen a nada o que incluso parecen carecer de sentido. Supongo que se quería emular o rendir homenaje a Tarantino, y se puede apreciar la intención, pero el resultado acaba cayendo en saco roto.
Otro de los motivos que más han caracterizado las historias de Zahler es el uso de la violencia, y entiéndase violencia como algo sucio, pesado y muy bruto. Ya sea en el oeste, en la cárcel o en un submundo de criminales, la violencia no tarda en hacer su aparición y es parte esencial del discurso, no solo de forma física, sino también de forma verbal e ideológica. El discurso que legitiman los protagonistas está cargado de machismo, racismo, xenofobia y odio al colectivo LGBT, y no es que sea algo que sea rebuscado o que haya que indagar en un subtexto muy delicado, es transparente casi desde los primeros minutos. Aunque con esto se propone un juego interesante al tener a Mel Gibson como protagonista, ¿es él quién está hablando a través del personaje? ¿Es el personaje el que está hecho a su medida? ¿Hay alguna diferencia entre la ficción y la realidad?
Para rematar el asunto, es curioso como en la película se cuida tanto el sonido y acciones como masticar la comida o dar un golpe en la guantera del coche (por no mencionar los disparos) de forma que retumben en los oídos haga el trabajo contrario con la fotografía, ya que son varias las escenas que están más oscuras que la boca del lobo y hay que hacer esfuerzos para ver lo que está sucediendo. Desconozco si es un efecto buscado o que se pueda contextualizar con la falta de escrúpulos de los personajes, pero desde luego entorpece un seguimiento adecuado de la acción.
Lamentablemente, de la breve pero intensa e interesante filmografía del director, Dragged Across Concrete es la más irregular de todas. Si alguien quiere echarle un vistazo, recomendaría antes sus dos trabajos anteriores. Y para los seguidores ya asentados, supongo que un vistazo a esta no creo que haga mucho daño. Es cuestión nuevamente de llenarse de paciencia hasta los topes y ver si todo lo que cuenta acaba por tener una retribución.