Hay películas que nacen con vocación de clásico navideño… y otras que existen porque alguien, en algún despacho, pensó que todavía se podía exprimir un título conocido. Otro padre en apuros pertenece claramente al segundo grupo. Esta secuela tardía de Un padre en apuros llega muchos años después, sin Arnold Schwarzenegger, sin conexión real con la original y, lo que es peor, sin una razón clara para existir. La he incluido en el especial de Navidad de Filmfilicos, sí, pero más como advertencia que como celebración.
La primera película ya era floja, no nos engañemos, pero tenía un arma secreta: ver a Schwarzenegger fuera de su zona de confort, convertido en padre desesperado en plena guerra consumista navideña. Aquí, en cambio, no queda ni eso.
Sinopsis de la película
En Otro padre en apuros, Larry Fillmore (Larry the Cable Guy) es un padre divorciado que intenta reforzar la relación con su hija Noel durante las fiestas navideñas. Todo se complica cuando aparece Victor (Brian Stepanek), el nuevo novio de su exmujer: un tipo adinerado, encantador y obsesionado con ganar el concurso anual de decoración navideña del vecindario.
La rivalidad entre ambos se intensifica cuando Larry descubre que la clave para impresionar a su hija (y, de paso, no quedar como el padre perdedor) pasa por superar a Victor en esa absurda competición de luces, muñecos hinchables y decoraciones exageradas. Lo que empieza como un intento bienintencionado de acercarse a su hija acaba convirtiéndose en una escalada de sabotajes, accidentes y situaciones cada vez más ridículas.
La Navidad vuelve a ser el escenario de una lucha de egos adultos disfrazada de buenas intenciones, donde el espíritu festivo queda enterrado bajo capas de guirnaldas, envidias y rivalidades infantiles.

Reseña de Otro padre en apuros
Si Un padre en apuros ya jugaba en la liga de las comedias navideñas olvidables, Otro padre en apuros directamente baja de división. No hay riesgo, no hay carisma, no hay siquiera un intento serio de actualizar el conflicto al contexto actual. Todo se siente reciclado, mecánico y sin alma.
Larry the Cable Guy no tiene el magnetismo necesario para sostener una película de este tipo. No porque sea mal actor, sino porque el guion no le da herramientas. El enfrentamiento entre los dos “padres” carece de tensión real y se apoya constantemente en situaciones ridículas que no terminan de funcionar ni como comedia física ni como sátira familiar.
Y aquí es donde la comparación con la primera se vuelve inevitable. Schwarzenegger hacía gracia precisamente porque era Schwarzenegger. Ver a una mole del cine de acción en un entorno doméstico y absurdo tenía su encanto. En esta secuela no hay contraste, no hay ironía, no hay chispa. Solo una sucesión de escenas que parecen sacadas de un telefilm navideño de sobremesa.
Además, la película cae en un mensaje simplón y edulcorado que no se molesta en construir. Todo se resuelve rápido, sin consecuencias, sin conflicto real. La Navidad aquí no es un contexto emocional, es un decorado.
Otro padre en apuros es una de esas secuelas que nadie pidió y que no aportan absolutamente nada a la película original. Floja, innecesaria y olvidable, incluso dentro del cine navideño más ligero. Una película que confirma que no todo merece una segunda oportunidad… y que hay regalos que es mejor no abrir.












