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Pink Flamingos

Si uno lleva explorando el cine de terror desde hace tiempo resulta habitual haberse topado con listas de algunas películas que son difíciles de digerir, metafóricamente hablando. Ya sea por temática, por una violencia desmedida incluso para los estándares del terror o del drama en algunos casos, directamente por tratar tabús o por un realismo tan logrado que contribuye al malestar, ejemplos hay para dar y tomar. Este título de “películas desagradables de ver” en muchas ocasiones se ha usado como herramienta de marketing más que un reflejo fidedigno del contenido. Pero en el caso de hoy, por mucho que uno pueda estar curtido en filmes escatológicos o de cintas que busquen el shock por el mero hecho de causar repulsión, Pink Flamingos, por motivos de peso se gana un sitio especial en el olimpo de ese selecto grupo que de verdad, son francamente repulsivas de ver y que, a no ser que uno quiera colgarse la etiqueta de masoquista, su visionado es cosa de solo una vez.

Babs Johnson, también conocida como Divine, vive en una caravana con su hijo Crackers y su madre enferma. Divine tiene el honor de haber sido nombrada la persona más inmunda del mundo por un periódico local. Esta medalla y notoriedad han sentado fatal a los Marble, un matrimonio responsable de las peores depravaciones imaginables, quienes no van a consentir que Divine se quede con dicho título y terminarán enzarzándose en una pelea por ser nombrados las personas más inmundas del mundo.

Nada más empezar a través de los créditos es un buen indicativo de que, por mucho que todo el marco que presente John Waters es realista y hecho con pocos medios, se trata de una obra de ficción. Y menos mal, porque después de los créditos iniciales casi nada de lo que va a desfilar por la pantalla es plato de buen gusto. La presentación de Divine, de su familia y de los Marble sin duda dentro de todo lo bizarro tiene mucho punto camp, generando alguna que otra carcajada en el público por lo estrafalarios que son los personajes, tanto visualmente como por carácter o por el mismo conflicto entre las dos familias, esa lucha encarnizada por ver quien tiene el dudoso honor de ser la persona más inmunda del mundo y atesorar ese logro con orgullo, uno no puede hacer nada más que tomarlo con humor.

Pink Flamingos

Pero esas risas pronto van a transformarse en espanto cuando se explore más el día a día de todos ellos. Nada, repito nada, está fuera para Waters, nada es demasiado escandaloso y la cámara se esfuerza por captar todos los horrores de los que son capaces los personajes, retando al espectador a no acabar la película o a apartar la mirada. Y sumado a todo el realismo debido al intencionado poco presupuesto, las sensaciones provocan animadversión y desconcierto a partes iguales. Más allá de que todo lo que aparece dentro del marco de la cinta es real dentro de su tono camp, es admirable si es que se le puede llamar así, la capacidad que tiene la película para ir a más, que las perversiones vayan escalando a medida que avanza el metraje y que escenas que nadie podría haber previsto se materialicen para dejar un infausto recuerdo.

Normalmente suelo tener en alta estima el trabajo de los actores en una película, especialmente si se trata de un reparto comprometido al 100% con el contenido de esta, si se requiere de un trabajo físico importante o si los personajes es cuestión emprenden un viaje que los lleva a los abismos del infierno con consecuencias psicológicas. Sin embargo, con esta película no sabría si la palabra “admirar” sería la más adecuada, pero desde luego todas las asquerosidades y perversiones que cometen y las que son sometidos, que son reales en muchos casos o están tan bien filmadas para que parezcan reales, merecen por lo menos un respeto por dejarse filmar de según qué manera, por verse envueltos en determinadas situaciones sin ningún pudor y por llevar hasta el límite lo que uno podría considerar moral dentro de una cinta. Y todo ello manteniendo siempre el tono camp, por lo que lo escatológico y lo divertido se vuelven uno y hacen que el filme de algún modo sea soportable.

Queda claro que no es una película para todo el mundo ni mucho menos y desde luego recomendarla bajo algún pretexto es una tarea imposible. El único motivo por el que se podría recomendar esta obra cumbre del mal gusto es para comprobar hasta dónde alguien puede soportar tantas atrocidades en pantalla como si de un accidente de coche se tratase, uno que es horripilante pero al mismo tiempo no se puede apartar la mirada.

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Sacramento

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