Por Siempre Jamás
En la época en la que vivimos hablar de cuentos de hadas y amor es algo poco aceptado debido a que estas historias de fantasía y romanticismo extraño se han vuelto ajenas a las nuevas formas de relacionarse, eso sin mencionar que más de un sector de la población se sentiría ofendido por promover determinados estereotipos. Sin embargo, la realidad es que durante mucho tiempo y, estoy segura de que aun en la actualidad, la idea de un hombre ideal personificado como un príncipe heroico que salva a una princesa hermosa, sí ha sido una fantasía recurrente. Es por eso que hoy quiero hablarles de Por Siempre Jamás (1998), un cuento de hadas que, no es tan clásico como podría pensarse.
Esta película, dirigida por Andy Tennant nos habla de Danielle de Barbarac (Drew Barrymore), una niña francesa que queda huérfana y al cuidado de su madrastra, la Baronesa Rodmilla de Gante (Anjelica Huston) y sus dos hijas, Marguerite (Megan Dodds) y Jacqueline (Melanie Lynskey). Con el pasar de los años, Danielle se convierte en sirvienta de su propia casa, teniendo como refugio los libros que le heredó su padre y su buen juicio. Resignada a una vida de maltrato, su suerte cambia al conocer al Príncipe Henry (Dougray Scott).
Ya sé, ya sé, esto no es más que la historia de Cenicienta y, es cierto que la película no aporta un gran giro en la historia de los Hermanos Grimm que ya todos conocemos, pero en realidad creo que vale la pena verla por más de una razón. La primera porque entrar en la fantasía de un cuento como este es bonito, en particular porque no se limita a ser un Live Action y ya, sino que hace suya la historia y la cuenta como si no existiera la versión animada, regalando paisajes muy atractivos con castillos y fortalezas encantadores y un vestuario propio del siglo XVI que en conjunto forman una bonita pintura que transporta en el tiempo.
También porque esta película está impregnada de un fuerte discurso feminista bastante anterior a lo que vemos hoy en día pero que, sin llegar a lo cansino, ya daba indicios de ciertas incomodidades, haciendo a la princesa su propia heroína; aunque sí dejando sin retoques el típico y repetitivo final. Eso sí, rescata en gran medida la construcción del personaje protagónico, lleno de rebeldía e inconformidad con lo que su mundo particular establece, con lo que se separa un poco de la narrativa clásica.
No puedo dejar de mencionar que los personajes secundarios tienen buenas historias que mostrar, como el caso de las hermanastras que tienen sus propias luchas más allá de ser la parte incómoda de la historia principal. Y, quien más destaca en este cuadro es Leonardo da Vinci (Patrick Godfrey) quien parece no tener nada qué ver con Cenicienta pero logra encajar bastante bien en esta perspectiva.
Aunque poco propositiva, Por Siempre Jamás se deja ver bastante bien, es encantadora y atractiva, al final una dulce historia de amor que nos hace soñar un poco, sin pretender ser una regla para la realidad, separándose en la medida justa del clásico en el que está inspirada, pero sin olvidarse de construir su propio mundo de fantasía.