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Alps

Desde hace unos años el nombre de Yorgos Lanthimos ha dejado de ser un nombre apartado, reservado para los círculos de aquellos fans del cine de autor a ser un nombre que con sus dos últimos largometrajes, La favorita y Pobres criaturas, haya estado bien presente en los Oscars, logrando la estatuilla para sus dos actrices principales en ambas ocasiones. Y es curioso, porque pese a haber entrado en Hollywood, su cine jamás ha sido característico por ser complaciente o de fácil acceso, sino todo lo contrario. Sin embargo, hay quienes creen que con su salto al territorio más mainstream (si es que se le puede llamar así) sus formas y su estilo se han ido ablandando. Personalmente, no podría estar más en desacuerdo con esta afirmación, y para respaldar mi opinión he querido volver a los orígenes del célebre director griego.

Una gimnasta, el entrenador de la gimnasta, un conductor de ambulancias y una enfermera forman el grupo denominado Alps, una reducida organización que por unos honorarios se encargan de ¨sustituir¨ a familiares recientemente fallecidos para que las familias puedan sobrellevar mejor el dolor de la pérdida.

Que las películas de Lanthimos tienen cuanto menos un planteamiento bizarro no pilla por sorpresa a nadie, solo que por muy extraño que puedan resultar las sinopsis uno nunca está realmente preparado para el desarrollo. Y más que para el devenir de los acontecimientos, lo que más puede dificultar y atraer a partes iguales de su cine, mas que esa rareza es la incomodidad a causa del estudio antropológico tan profundo que propone. Siguiendo la estela de Canino, la violencia verbal y el control sobre otras personas queda expuesto de manera escalofriante durante las primeras escenas. Una violencia que todavía no llega a lo físico, pero cuando hace acto de presencia recuerda a otros directores europeos como Von Trier o Haneke, golpeando de lleno por la forma tan realista e incómoda que se ve en pantalla y que tan fría era en sus primeros trabajos.

Si a ello se le suma la puesta en escena minimalista, aséptica, a base de prolongados planos donde la cámara parece quedarse quieta observando desde la lejanía o de la cercanía mucho más invasiva, el empleo de la música diegética con sus respectivos contrastes, una paleta de colores donde abundan los tonos grises apagados en contraste con la vibrante vida que se vende de Grecia y los actores con unas escenas cuanto menos inquietantes por la banalidad o lo absurdo de la situación, se crea el caldo de cultivo perfecto para que la cinta esté impregnada con ese ¨algo¨ que inquieta y que por muy áspero que sea, uno quiere saber en qué va a desembocar todo, si la violencia solo era un recurso para captar la atención de los espectadores o va a traer consecuencia reales una vez queden establecidas las normas de ese microcosmos.

Alps

Por supuesto, no puedo dejar de lado las posibilidades de su planteamiento, pues es cuanto meno interesante ver a ese grupo en acción. Es más inquietamente ver las técnicas que usan para que los familiares que han sufrido la pérdida y hasta donde están dispuestos a llegar en muchos casos, causando algunas de las escenas más incómodas y a la vez delirantes del filme. Resulta difícil imaginar que haya gente que estaría dispuesta a que le brindasen ese servicio y que fuera considerado como una medida sana, pero lo mismo explicaban en Black Mirror, que con tal de mantener el recuerdo de sus familiares, la gente está dispuesta a las medidas más desesperadas que uno puede imaginar. Y Lanthimos y su guionista y habitual colaborador Efthymis Filippou hacen muy bien la tarea de no juzgar a las familias que buscan beneficiarse de ese servicio, sino que se limita a exponer la pura y cruda realidad de que hay gente dispuesta a pagar por ello, por lo que los integrantes del grupo Alps ejercen a la vez un control psicológico terrible sobre las familias y al mismo tiempo están sometidos a una serie de estrictas directrices sobre cómo actuar y comportarse para realizar el ejercicio de la mímica en un retorcido juego de espejos.

Y aunque se ve claramente desde el inicio de la cinta que se va a seguir el camino del personaje de la enfermera, pues indirectamente la cámara es al personaje que más tiempo se sigue, hubiese quizás sido algo más estimulante ver el conjunto de todo el grupo con los diferentes clientes con los que tratan, de ver como cada uno se va adaptando a lo que se requiere de ellos. Hasta cierto punto eso se muestra, pero el resultado hubiese sido más redondo si todos en el reparto hubiesen tenido el mismo tiempo para brillar en vez de centrar gran parte del metraje en un solo personaje.

Pero con su más y sus menos, Lanthimos demuestra que su capacidad para incomodar y a la vez hacer al público reflexionar usando formas poco ortodoxas ha estado bien presente desde sus inicios, solo que su estilo se ha ido refinando con el paso del tiempo.

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