Sicario
Pongamos que comienza usted a ver una película. Ha comprado unas palomitas y unas golosinas elegidas al azar y se ha sentado en su butaca en el cine, junto a su pareja, en una fila central, que lo de meterse mano ya hace meses que caducó. O tal vez en su sofá, recostado, con el portátil a una temperatura de unos 212 grados centígrados, colocado, además sobre una zona no muy idónea estratégicamente hablando. Le han comentado que Sicario, lo nuevo del fantástico Benicio del Toro, ha recibido tres nominaciones a los Óscar. O se ha topado con ella sin saber muy bien en qué momento estuvo esa película en el cine, y mucho menos cuando dejó de estarlo. Tal vez le ha seguido la pista a este interesante director después de Priosioners. Y de repente ocurre algo muy curioso. Le da la sensación de que ya la ha visto. Corrijo. Ya las ha visto. Porque le recuerda extrañamente a varias películas de una forma poderosísima.
El inicio parece Seven, casi en todo. Hallazgos violentamente macabros y banda sonora de tensión constante (esta funciona bien a lo largo de toda la película, tanto como para llevarse esas dos nominaciones a mejor B.S.O. y a mejor canción). Parece que en cualquier momento van a aparecer Pitt y Freeman. Conforme pasan los minutos, te olvidas de Seven. Ahora es La noche más oscura. Estrategias militares, rehenes, interrogatorios, movimiento, acción bien tirada y una mujer con empaque (Emily Blunt haciendo las veces de Jessica Chastain). Y todo por supuesto impregnado de Traffic. El rollo este de que la droga está ahí, y va a continuar, puesto que la demanda no va a desaparecer. Lo único que cambian son los “titiriteros” (permitirme el guiño), y es lo que los gobiernos deben y desean controlar. Y desarrolla perfectamente la idea. Y entretiene. La verdad que el resultado es visualmente muy bueno (ahí está la tercera nominación, a mejor fotografía).
Tres pelis en una. Supongo que a algo así es a lo que aspira el colectivo este de cocineros-triatletas cansinos hasta la extenuación cuando hablan de la modernez de la cocina fusión. Y doy por sentado que el director, Denis Villeneuve, no ha juntado “platos” voluntariamente. Pero me da la sensación de que hay influencia de alguna de las antes comentadas. Una muy buena película a la que cuesta definirle una identidad. O un “cine fusión” con varias identidades integradas.