Temporada de Huracanes
México es un país cuya riqueza cultural radica en la amplia variedad de ideas, pensamientos, costumbres, tradiciones, mitos, leyendas… A muchos podría parecerles que a la hora de contar historias hay mucha tela de donde cortar y a algunos más nos gustaría que eso se viera reflejado en el cine y que más y mejor cine se produjera. Sin embargo, a pesar de que se tienen las ideas y las buenas intenciones, parece que es difícil concretar y crear sin caer siempre en los mismos tópicos. Y justo eso le pasa a Temporada de Huracanes (2023) que, sin dejar de ser una buena película, no logra evitar chocar con las mismas ideas de trasfondo y aquí les platico por qué.
La historia comienza cuando Luismi (Andrés Cordova) y su grupo de amigos descubren el cadáver de La Bruja (Edgar Treviño), una mujer temida por todos, flotando en un canal. Tras el hallazgo, también se irán desvelando diversos y oscuros secretos sobre La Matosa, el pueblo donde viven; mientras atraviesan la temporada en la que los huracanes azotan las costas de Veracruz.
No deja de resultar interesante que no se trata de una historia lineal, sino que es un hecho que se va desmenuzando a través de cinco actos en los que se muestra la perspectiva de cada uno de los implicados en el hallazgo del cadáver, situación que no está mal, pero que por momentos también le juega en contra pues da la sensación de que podía haberse tratado de un cortometraje mucho más efectivo.
Si en algo alcanza a ser autentica, es en la exploración de la figura de la bruja y las muchas visiones que en México se le asignan a un personaje así, pues justamente es un tema que se puede abordar de distintas maneras mágicas y macabras dependiendo de la región en donde se ubique la historia. Además, esto se adereza muy bien con el rico manejo de la fotografía por parte de María Secco y la bien ejecutada dirección de Elisa Miller. Y, como cereza del pastel, nos azotan con la idea de que esta no es sólo una adaptación de una obra literaria de importancia para el país escrita por Fernanda Melchor; sino que además, está basada en hechos reales.
Mi disgusto con la película empieza cuando no son la magia, las leyendas, las supersticiones o el misticismo la parte real, sino que su trasfondo de hechos verídicos es la violencia hacía las mujeres (que es una cruda realidad), la discriminación hacía la comunidad LGBT, la pobreza y las diferencias sociales. Y no porque me parezca que estos temas carezcan de importancia, sino porque ya hay tantas películas hablando de lo mismo, con los mismos tonos, con la misma agresividad de denuncia social, que se vuelve tedioso y se van diluyendo las ganas de adentrarse en las producciones hechas por mexicanos.
Aun con todo eso, Temporada de Huracanes ha sabido ganarse su lugar y no ha pasado desapercibida desde que fue añadida al catálogo de Netflix y hasta resultó ganadora de tres Premios Ariel y también fue galardonada en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), así que quizá sólo sea el hartazgo de lo cotidiano y haya países ajenos a la realidad latinoamericana que la valoren mucho más, por lo que no descarto recomendarla ampliamente.