The Doors
Con el reciente fallecimiento de Val Kilmer, es inevitable volver a ver The Doors con otros ojos. Porque no fue solo una interpretación: fue una posesión artística en toda regla. Kilmer no imitó a Jim Morrison, lo encarnó. Así que si aún no la has visto o hace tiempo que no la revisitas, esta es una excusa tan buena como cualquier otra para sumergirte de nuevo en el torbellino lisérgico de Oliver Stone.
Sinopsis de la película
The Doors es una biopic dirigida por Oliver Stone que narra el ascenso, gloria y caída de Jim Morrison, el icónico vocalista de The Doors, durante los años más turbulentos del rock. Desde sus primeros días de estudiante de cine, pasando por su relación con Pamela Courson, hasta el momento en que su genialidad empieza a autodestruirse. La película es un viaje hipnótico, excesivo y, como el propio Morrison, más poético que lineal.
Junto a Val Kilmer, que se pone la piel (y los pantalones de cuero) de Morrison, encontramos a Meg Ryan en un registro más dramático del habitual, y a Kyle MacLachlan, Frank Whaley y Kevin Dillon como el resto de la banda. Pero, sinceramente, aquí el escenario es todo de Val.
Reseña de la película The Doors
Oliver Stone no pretendía contar una historia objetiva o documental sobre The Doors. Quería invocar el espíritu de una época, el aroma ácido del verano del amor cuando empezaba a pudrirse. Y en eso, hay que decirlo, lo consigue con creces. La narración es fragmentada, febril, llena de imágenes que parecen salidas de un mal viaje… o de un poema beat. ¿Es demasiado? Sí. ¿Funciona? También.
Y entre tanto caos, emerge la interpretación de Val Kilmer como algo sobrenatural. Es de esas actuaciones que te hacen olvidar que estás viendo a un actor. Cantó él mismo varios de los temas (y no, no lo notarás si no lo sabes), captó los tics, la mirada y ese no sé qué místico que tenía Morrison. Su interpretación es la piedra angular de la película. Sin él, esto se derrumba.
La fotografía de Robert Richardson (sí, el mismo de Tarantino) acompaña el delirio con luces saturadas, cámaras que giran, contraluces psicodélicos y humo… mucho humo. Todo está al servicio de una narrativa sensorial más que racional. No esperes una cronología rigurosa ni una tesis académica: esto va de sensaciones, de éxtasis y de oscuridad. A veces aburre, a veces te atrapa, a veces te saca de quicio… como el propio Morrison, en realidad.
Y aunque el filme tiene sus detractores (que los tiene, y con argumentos), lo cierto es que ha envejecido mejor de lo que parecía. Es imperfecta, sí, pero es pura actitud. Y ahí reside su fuerza.
The Doors: fuego, caos y poesía
The Doors es más una experiencia que una película al uso. Un viaje a una mente creativa y autodestructiva, contado desde la trinchera del exceso. Y Val Kilmer, al que hoy despedimos con respeto y admiración, nos regaló aquí una de esas actuaciones que ya son historia del cine.
Si alguna vez dudaste de su talento, este es el momento de rendirte a la evidencia. Y si ya lo sabías, es hora de volver a ver la película con una cerveza, las luces bajas… y el volumen bien alto.