The Hallow
De vez en cuando viene bien hacer un ejercicio de echar la vista atrás e indagar en filmografías, ya sean más extensas o breves, pues nunca se sabe donde se puede hallar una sorpresa agradable. Este es el caso de hoy, en concreto el de Corin Hardy, quien ya dirigió hace un par de años La monja con un resultado decente. Sin embargo, la cinta anterior: The Hallow, me ha convencido más pese a ciertas similitudes.
Adam es un conservacionista británico que se muda con su esposa Clare y su hijo Finn a unos recónditos bosques irlandeses para examinar el terreno. Pero su llegada no sentará bien a los lugareños, y Adam y su familia pronto se verán amenazados por unas supuestas criaturas que habitan en los bosques.
Desde el primer momento, ese bosque irlandés cobra un protagonismo especial, presentándose ante los espectadores como un lugar en que puede habitar casi cualquier ser sacado de los sueños, pero también de las pesadillas, y, por ende, creando una atmósfera entre la fantasía y el terror ayudado por la frondosidad inherente de la naturaleza del país y por la oscura fotografía. Ayuda también a generar el interés que el guion ponga las cartas sobra la mesa relativamente pronto, revelando cual va a ser el principal conflicto, los mecanismos que más adelante harán acto de aparición estelar (de los que es mejor no revelar mucho) y el jugueteo con las leyendas y el folclore local de modo que resulten irresistibles. Y todo en un perfecto equilibrio orgánico en el que cada una de las tramas tiene su razón de ser.
No se puede negar que el cliché de una cabaña o casa en medio de un bosque tenebroso es casi un género de terror en sí mismo (y ciertos paralelismos recuerdan al instante a Posesión infernal), pero si funciona bien hay que reconocerlo. En este caso, ayuda a la sensación de aislamiento que sienten los personajes protagonistas sin llegar a la claustrofobia y hace más notoria la diferencia simbólica entre un mundo real y un mundo fantástico oscuro. Además, a pesar del limitado presupuesto, se le saca bastante partido a la casa en sí con todos sus rincones y sus alrededores, y aunque las criaturas una vez que se muestran en toda su integridad sí puede dar la sensación de que abusan de efectos digitales, son interesantes de contemplar por su diseño. Y retomando el tema de los tópicos, nuevamente es cierto que se usan bastantes jumpscares vistos en infinidad de ocasiones y que no siempre el montaje es adecuado para seguir el curso de la acción, pero no chirrían en exceso.
Dado que la película también tiene un número reducido de personajes, la carta principal es jugársela con la pareja protagonista. Por fortuna, Adam y Clare, interpretados por Joseph Mawle y Bojana Novakovic, resultan muy creíbles como pareja, como padres y en los momentos más dramáticos en los que el miedo a lo desconocido hace mella en sus psiques brillan, especialmente en el caso de él.
Por desgracia, en su segundo acto y especialmente de cara a su tercer acto, la historia se vuelve reiterativa hasta el punto de resultar pesada; la tensión aunque pueda dispararse en cierto modo se acaba diluyendo por dar vueltas en círculos y alargar metraje innecesariamente y que, también cayendo en clichés, haya numerosas ocasiones en las que los personajes toman decisiones muy estúpidas. Pero en líneas generales, se trata de un trabajo muy notable que hará las delicias de aquellos a los que les guste el terror con cierto trasfondo mitológico.