Trolls
Una de las películas que me ha tocado comentar para estos Oscar 2017 ha sido Trolls, un film de animación que recordemos está nominada a mejor canción por el tema Can’t stop the feeling! de Justin Timberlake. Contando que comparte categoría con dos de La ciudad de las estrellas (La La Land), ya os puedo adelantar que pocas posibilidades tiene.
La película trata sobre los Trolls, como su nombre bien indica y podríais esperar. Éstos seres excesivamente coloridos siempre son felices, si no están cantando están bailando, si no abrazándose, y si no todo a la vez. Son jodidamente empalagosos. Comparten mundo con los Bergens, seres concienzudamente feos, grises y que al contrario que los Trolls, pasan toda su vida deprimidos, porque no saben cómo ser felices.
Bueno, en realidad sí lo saben: comiendo Trolls. Por eso implantan un día al que llaman “Trollsticio” en el que cada bergen se come un bichejo de estos, lo que les proporciona felicidad máxima durante 24 horas. Digamos que los Trolls son la cocaína de ese mundo. Al ir siempre a mil por la vida, se ve que cuando se comen uno les hace reacción, por lo que sea, y les pega un subidón interesante. Imagino que debe ser como chuparle la cara a Chimo Bayo, que dicen da el poder de hacerte una Ruta del Bakalao completa del tirón.
Cansados de esta situación los Trolls escapan del árbol en el que estaban recluidos y se llevan su rave constante a otro lugar más lejano. Después de mucho tiempo libres, un día la fiesta se les va de las manos y la vieja cocinera de los depresivos e incoloros Bergens consigue localizarlos y secuestrar a unos cuantos. Aquí comienza la aventura, amigos.
Nos presentan a Poppy (Anna Kendrick), la nueva reina troll, un personaje empalagoso, insoportable y hostibale como hacía tiempo que no veía en una película. Ya sabéis porqué, cree que todo en esta vida lo puede arreglar cantando, bailando o abrazando. Su contrapunto es Branch (Justin Timberlake), un Troll desaturado por photoshop que odia todo eso. Ambos se embarcan en la búsqueda de sus amigos hacia la ciudad de los Bergens.
Branch y Poppy a punto de dar todo el asco
Y no pasa nada. Es decir, en el segundo acto, cuando deberíamos ver una película, en teoría, de aventura, con sus complicaciones y algún momento de “Hostia, no lo van a conseguir” NO PASA NADA. ABSOLUTAMENTE NADA. Se dedican a ayudar a una joven bergen sirvienta a enamorar al rey. Y es ésta la que de verdad hace por liberar a los putos Trolls, que van a ser el banquete de un nuevo “Trollsticio” después de años sin ninguno. Porque claro, cuando llegan los problemas de verdad, bailar, cantar y demás mamonadas similares no ayudan a nada, lógicamente, por muy colorido y happy-flower que seas.
Así que después de para mi no una referencia sino un calco de la historia de la Cenicienta entre la sirvienta y el rey bergen, éstos descubren que pueden ser felices simplemente queriéndose, sin meterse Troll (veremos cuando rompan lo que tardan en ir a un callejón a pillar buena mandanga). En este punto Poppy hace alarde de su insoportabilidad y estando ya a salvo decide volver al castillo, poniendo una vez más a sus amigos en peligro. Porque claro, si no acaba cantando y bailando para demostrarle a todo el mundo que esa es la verdadera felicidad, revienta.
Es aquí, al final de todo este inaguantable film, cuando ponen la canción nominada al Oscar. Y sí, todos los Bergens comprenden entonces que pueden pasárselo bien en la vida estando limpios de bichejos ultra-coloridos.
En resumen, sinceramente creo que en realidad esto no es una película, es más bien una paja a Justin Timberlake que han titulado Trolls. Él es el protagonista (Branch), es con su canción, al final, con la que salvan las vidas de todos, y él es el productor ejecutivo musical. Esta película no está nominada a los Oscar 2017, es Justin Timberlake el que lo está.
Por sacar algo positivo, algún punto aislado de humor tiene, sobre todo en lo detallado de algunos efectos de sonido específicos. Ese hombre sí tendría que estar nominado a un Oscar, porque encontrar el sonido exacto que hace el culo de un Troll hecho de purpurina contra la rueda de un patín en movimiento… eso sí es digno de elogiar.
Por lo demás, si os ofrecen algún día Trolls decid que no. DI NO A LOS TROLLS.