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Crítica película Un lugar tranquilo

En lo personal, cuando un actor quiere probar suerte con la dirección siempre me causa curiosidad. El hecho de que una persona no solo quiera ser partícipe de una historia que contar, sino que quiera contarla por sus propios medios es atractivo, aunque no siempre se obtenga buenos resultados. Me complace anunciar que John Krasinski cumple el reto tanto delante como detrás de las cámaras.

Los Abbott son una familia que se ve obligada a sobrevivir asilada en el bosque y prácticamente en silencio. De este modo, evitan llamar la atención de unas extrañas criaturas que al mínimo ruido, cazan a los humanos.

Con una premisa como esa, es inevitable acordarse de No respires de Fede Álvarez, cinta en la que los protagonistas se colaban en una casa dispuestos a robarle a un ciego con la mala fortuna de que el ciego era un hombre de armas tomar. De hecho, ambos films comparten similitudes: Un enemigo que pese a la ceguera se guíe perfectamente por el oído, que ante una situación tan extrema los personajes deban tomar decisiones inteligentes y por encima de todo, una tensión que empieza desde el inicio y no es capaz de soltar al espectador hasta mucho tiempo después de que haya finalizado el metraje.

Un lugar tranquilo

Vayamos por partes. El hecho de que las criaturas que merodean por los alrededores sepan donde están sus presas gracias al oído y que cualquier ruido más o menos elevado sea significado de muerte supone que la película debe jugar muy bien con el sonido. Y vaya si lo consigue. Como espectador, uno logra ser consciente de todos los ruidos, por mínimos que sean, que puede hacer una persona. De este modo, la tensión es perpetua. Pero es que no solo el sonido dentro del contexto de la cinta se amplifica, sino que también sabe jugar muy bien con el silencio. Esa mezcla de tensión continua y un diseño de sonido cuidado hasta el más mínimo detalle exige algo del público: El silencio, algo poco habitual con las películas de terror que se pueden ver en el cine, pues el público generalmente habla, se ríe o grita. Que alegría ver que solo se necesita una idea original y una tensión que no deja de crecer para que el público esté callado.

Otro cliché del género es tener a personajes que no siempre toman las decisiones más acertadas y que eso los lleva inevitablemente a la muerte o peor. Afortunadamente, eso no sucede aquí. Sí, vale que en su secuencia prólogo sí se produzca un hecho estúpido que se podría haber evitado, pero considero que es necesario para que se vean las consecuencias de lo que sucede si se rompen las reglas y para darle un poco de profundidad a la familia. Aunque, al fin y al cabo, los Abbott no dejan de ser una familia común y corriente, algo que hace que el público pueda ponerse con facilidad de su lado. Si a eso se le añade que en su día a día son cautos y tienen una serie de medidas para hacer el menor ruido posible, es fácil ponerse de parte de ellos.

Pero ¿si el menor ruido alerta a las criaturas, acaso los humanos pueden hablar ellos? Y es que la sorpresa más positiva de todo el film es que debido a la naturaleza de los monstruos y al hecho de que la hija de familia tenga una diversidad funcional como es la sordera (de hecho, la joven actriz Millicent Simmonds en la vida real también padece de sordera), todos ellos se comunican mediante lenguaje de signos. El 90% de los diálogos de la película están en lengua de signos, lo que otra vez vuelve a demostrar que con una idea original se puede ser inclusivo de forma orgánica.

Un lugar tranquilo

Por no hablar de los actores, ya que John Krasinski además de ejercer como director y firmar el guion también es el padre de la familia mientras que Emily Blunt es la madre. Ambos al ser pareja en la vida real tienen una química que está fuera de toda duda. Pero lo interesante son los roles de ambos, pues que mientras Krasinski es una persona que se anda con cautela, la tarea de Blunt es encarnar a una mujer fuerte dispuesta dejarse la piel por sus hijos ante todas las horribles adversidades. De hecho, en una escena pude ver paralelismos con la teniente Ripley de Alien, Aunque si hay que encontrar similitudes con otros films, habría que mencionar Señales de Shyamalan por sus persecuciones nocturnas en los maizales.

El único pero que le encuentro es su final. Tiene un clímax muy potente, pero considero que la película acaba en la mejor parte, y como espectadora, quiero ver todo eso que sucede después, pues no me basta con imaginármelo.

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