Vaiana (Moana)
Qué satisfacción me da el poder decir que son buenos tiempos para ser fan de Disney. Después de los tumbos que fue dando la compañía durante principios de los 2000, parece que ha vuelto a resurgir de sus cenizas cual ave Fénix. Prueba de ello es que desde que comenzó la década de 2010, no han ofrecido una película que fuera mala, al menos para mí. Y tal y como vengo a comentar hoy, siguen con su buena racha.
La historia se desarrolla dos milenios atrás en las islas del Pacífico. Vaiana es la hija del jefe de la isla. Pese a que ella debería cumplir su futuro rol de ser la jefa de la tribu, Vaiana desea explorar que hay más allá en el océano. Cual será su sorpresa que pronto descubrirá que el destino le tiene reservada una aventura muy especial.
Por hacer una breve comparación, Píxar el año pasado decidió estrenar dos cintas. Una gozó de prestigio por parte de la crítica y del público, llegando a aparecer en listas con lo mejor del año. Esa película era Del Revés. Mientras que la otra debido al éxito que tuvo la primera o por otras causas pasó más desapercibida llegando al punto de ser el primer film con el que la compañía perdió dinero. Teniendo en cuenta este asunto, era una maniobra arriesgada por parte de Disney estrenar dos películas este año. Para alivio del público, esta vez la jugada les ha salido redonda.
Sin la necesidad de inventar la rueda, sino que más bien decide por tirar la clásica historia del viaje del héroe de Joseph Campbell. No por ello se le deben quitar méritos a la historia. De hecho, aporta novedades respecto al canon de princesas al que se nos tiene acostumbrado (la broma que hacen respecto a este tema es muy divertida). Soy consciente de que este patrón lo rompen personajes como Mulán, Mérida o Elsa. Pero Vaiana no tiene un gran conflicto familiar que es el detonante de la historia, no llega a estar del todo descontenta con su situación, protagoniza grandes escenas de batalla y se vale ella sola. No necesita un príncipe o un miembro de su familia a su lado diciéndole lo que debe hacer. Tiene la compañía de ese gran personaje que es Maui pero no trasciende a una mera relación de amistad y es ella quien más le guía.
Sabemos que la compañía de Mickey Mouse normalmente se caracteriza por ofrecer una animación muy cuidada. Es muy notable el trabajo que han realizado desde que se dedican a hacer íntegramente la animación en 3D, siendo Zootrópolis uno de los mejores ejemplos en cuanto a texturas, tamaños y la creación de todo un mundo de ficción. Aquí es espectacular el nivel de realismo al que llegan elementos como el agua, el pelo de la protagonista e incluso su piel. Hay escenas en las que uno puede llegar a dudar de encontrarse viendo un film de animación.
No puedo olvidarme de la banda sonora, otro punto que caracteriza a las cintas de la factoría Disney. En este caso corre a cargo de Mark Mancina, quien había trabajado en películas como El Rey León, Tarzán o Hermano Oso; Opetaia Foa’i, un músico polinesio y Lin-Manuel Miranda, quien es más conocido por estar detrás del éxito de Broadway Hamilton. Se notan las influencias de los tres implicados en la música, dandole un sonido muy característico. Pero toca hablar de las canciones, entre las que destacan la pegadiza y alegre “You’re Welcome”, “We Know the Way” que automáticamente te traslada a esas islas del Pacífico o “How Far I’ll Go”, que es un temazo a la altura de “Let it Go”.
No es perfecta. De hecho, en el tercer acto me pareció que la película se pausaba de manera más pronunciada para luego volver a coger carrerilla de cara al clímax. Y no llegue a entender porque se decide que el animal que la acompaña en su aventura sea ese en lugar del otro. Creo que podrían haber exprimido más situaciones con el otro sidekick.
Por una parte, se nos ha dado la ya mencionada Zootrópolis, una cinta compleja con muchas dobles lecturas y un contexto más adulto, mientras que Vaiana es una cinta de entretenimiento muy bien hecho y una aventura destinada sobre todo para un público más infantil a pesar de que su mensaje pueda llegar a todas las edades. Ambas son completamente disfrutables y ambas pueden gustar por igual aunque sean distintas.