Vanishing on 7th Street
Entre los grandes fracasos en el cine, quizá uno de los más lamentables, es el de tener una buena idea y echarla a perder con una mala producción. Un claro ejemplo de esto es Vanishing on 7th Street, que está escrita y dirigida por Brad Anderson.
Todo comienza en el cuarto de control de una sala de cine, en el que el operador es sorprendido por un apagón que, al parecer, ha dejado en penumbras a toda la ciudad. Cuando las luces se encienden todo mundo ha desaparecido sin ninguna explicación y sin dejar más rastro que sus pertenencias abandonadas.
Hasta ese punto todo va bien, hay una historia y un misterio por resolver, incluso el planteamiento general podría resultar terrorífico. Y no sólo eso, pues también se podía presumir de un buen reparto con actuaciones bastante aceptables por parte de Hayden Christensen, John Leguizamo y Thandie Newton. Sin embargo, todo se va despedazando conforme van corriendo los minutos.
Desde escenas muy largas que no aportan nada a la historia, la poca lucha por la supervivencia de los implicados, diálogos superficiales, la mención de personajes que jamás aparecen en pantalla y que jamás se logra averiguar dónde están y, lo peor, una falta total de justificación a lo que está sucediendo. Todo ello consigue acabar con Vanishing on 7th Street y desperdicia todo aquello que podía haberle dado éxito.
Y, como todo eso no es suficiente, ni el final consigue salvarse; pues ante el decaimiento de la narración, un final tan abierto y ambiguo como el que se muestra, sólo hace que parezca más bien un capítulo introductorio de una serie televisiva de misterios religiosos que una película en toda forma.
Si algo pudiera salvarse de entre los escasos 15 minutos que resultan interesantes, serían los efectos digitales y el intento de usar como inspiración las misteriosas desapariciones reales de toda una comunidad en Roanoke; pero a diferencia de otros trabajos como lo es el caso de la temporada seis de la serie American Horror Story (que tampoco es muy buena); aquí únicamente se menciona como un hecho alejado que, aunque lo pretende, no logra resolver su propio misterio y sólo termina convirtiéndose en una anécdota dentro de otra anécdota.
Aún con todo lo mala que puede parecer, la película resultar palomera y uno termina viéndola hasta el final sólo por curiosidad y porque el inicio tiene un toque digno de algo atención, aunque al final resulte decepcionante. Así es como Vanishing on 7th Street se convierte en un lamentable fallo que, es necesario decir que podría haber sido un éxito, en la carrera de Brad Anderson quien anteriormente ya había hecho un gran trabajo con El Maquinista.