Wick is Pain

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Wick is pain

Si en 2013 y parte de 2014 alguien les hubiera dicho a Derek Kolstad, Chad Stahelski, David Leitch y Keanu Reeves que la película que estaban grabando y que tantos dolores de cabeza les estaba ocasionando no solo sería un éxito, sino que daría lugar a una franquicia con unas secuelas que no hacen más que superarse, que a raíz de ese pequeño universo habría posibilidades de desarrollar una serie de televisión y un spin off, que su personaje principal pasaría a ser un icono del cine contemporáneo, que la forma de plasmar la acción y las escenas de combate crearía escuela y que en definitiva, una década después esa película original habría creado una legión de seguidores; todos se habrían echado a reír. Diez años después, todo eso ha sucedido. Por el camino ha habido varios baches, y la película de hoy busca celebrar y a la vez sacar a la luz todo ese trayecto que ha tenido John Wick hasta la actualidad.

A través de escenas detrás de la cámaras, imágenes de archivo y testimonios de los propios implicados en la saga, Jeffrey Doe narra los inicios casi independientes de la primera película de John Wick con sus problemas creativos, financieros y hasta personales, y su improbable pero meteórico éxito.

Nada más comenzar, es de agradecer que Jeffrey Doe a pesar de que sepa que Keanu Reeves es la cara visible de la franquicia se tome su merecido tiempo en poner en contexto el bagaje de Chad Stahelski. De este modo, él también tiene sus buenos momentos para salir a la palestra y demostrar de qué pasta está hecho (y no hace falta que presuma en absoluto, pues su trabajo previo habla por sí mismo). El viaje empieza con él, con sus primeros trabajos como especialista, como su camino se acabó cruzando con el de Reeves con la mítica Matrix, como logró hacerse un nombre relativo dentro de la industria, como David Leitch acabó llegando a su vida y forjarían una amistad a lo largo de los años así como las inquietudes y el inconformismo que poseían ambos. Se narra ese camino de forma orgánica, de forma que el espectador que si es mínimamente fan le acaba interesando esa historia, y lo que es más importante, empatizando con una de las personas fundamentales que lograron sacar este proyecto adelante.

Por supuesto, poco o nada en ese viaje ha sido un caminito de rosas. De forma real y metafórica se puede ver en pantalla la sangre, el sudor y las lágrimas de todos los implicados por sacar a flote John Wick cuando era un mero proyecto. Ahora que el triunfo ya es un hecho parece fácil y uno podría con un simple articulo leer e informarse de todos los problemas por los que paso la producción en su día, pero resulta mucho más esclarecedor contemplarlo con los propios ojos: El ver como los problemas monetarios no dejaban de crecer y parecía que el guion se iba a quedar en un simple proyecto frustrado, los roces entre los miembros del equipo, las discrepancias entre el equipo creativo y los ejecutivos entendiendo ambas posturas, los instantes en los que uno quiere tirar la toalla porque los conflictos personales afectan al desempeño profesional y un largo etcétera de traspiés que son comunes en casi cualquier rodaje por otra parte, pero que invita a reflexionar lo afortunados que son (somos) los espectadores que al final la cinta llegase a buen puerto.

Wick is pain

Porque si hay algo que queda claro durante y después del documental es la fortuna que tiene todo el universo de John Wick de contar con todo el equipo que lo forma. Con sus más y sus menos, es palpable la sinergia que se respira en el equipo y como se les ilumina la cara al hablar de su trabajo, sin aparentes egos, intentando exprimir al máximo las capacidades de cada uno. Quizá porque son los grandes protagonistas, resulta inspirador ver a Reeves y Stahelski en una misma sala de visionado, como si estuvieran haciendo un audio comentario para formato doméstico, donde queda patente todo el tiempo que llevan trabajando juntos, reconociendo los méritos propios y ajenos y al mismo tiempo sin endulzar las partes más difíciles. Es simplemente reconfortante y genuino ver el afecto y el respeto que se profesan entre ellos.

Al final esos sentimientos de admiración y respeto son los que permean todo el documental tal y como Doe lo narra, o más que narrar hace lo que un realizador debe hacer y es mostrar. Mostrar el arduo entrenamiento físico y armamentístico al que se ha sometido Keanu Reeves con una disciplina casi militar, el poco agradecido trabajo en general que tienen los especialistas, quienes todos sabemos que arriesgan su vida con cada toma y la ponen al servicio del espectáculo; la capacidad de resiliencia de los realizadores para salir adelante aun con mil contratiempos por delante aprendiendo del proceso y ajustándose a los complicados rodajes o los propios testimonios con pelos y señales de productores y ejecutivos que por mucho que sean la cara más dura de todo el negocio, hicieron todo lo posible y más por sacar adelante una película que en su momento era original incluso con todo el riesgo que suponía.

Sí, es un documental que es café para cafeteros. Pero ese es su único objetivo, un pequeño regalo para los fans que da igual si han estado ahí desde el principio o se han unido más tarde. Siempre es un gusto que alguien se tome la molestia en crear este tipo de documentales de cine hablando sobre cine para las mentes más curiosas, que, al igual que todo el equipo, hay un profundo sentimiento de gratitud a todo el trabajo realizado y que pone más en perspectiva el esfuerzo titánico que hay detrás.

LA NOTA DE FILMFILICOS

EN POCAS PALABRAS

Un complemento a una brillante saga que invita a echar la vista atrás y agradecer las circunstancias que han hecho que hoy sea posible hablar de ella.

4
Basil IwanykChad StahelskiCine de EE.UU.David LeitchDerek KolstadDocumentalesErica LeeJeffrey DoeKeanu ReevesTiger Hu Chen
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Autor/a

Palomiix (AKA Paloma Sztrancman)

Autobiografía: Graduada en Comunicación Audiovisual, pero eso es una simple excusa para pasarme el día viendo películas y series como si no hubiese mañana. Y si a eso le sumamos la lectura tenemos el 90% del tiempo pillado. Frase: "Dame una taza de chocolate y una buena historia. No necesito más para ser feliz".

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