Alpha

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Alpha

Para bien o para mal, con cada nuevo trabajo estrenado en Cannes Julia Ducournau se ha ido labrando una identidad propia, convirtiéndose en una realizadora que sabe jugar con el body horror en tiempos actuales y que posee una visión que tal vez no sea para todo tipo de público. Su ultimo trabajo es quizá la mayor conjunción de las virtudes y defectos de su autora.

Alpha es una adolescente de 13 años que vive con su madre soltera. La relación entre ambas da un vuelco el día en el que Alpha vuelve a casa con un tatuaje el brazo hecho en circunstancias sospechosas.

No se puede negar que la película tiene un arranque muy potente. La expresión de la madre de Alpha al llegar a casa y ver el tatuaje de su hija a medida que va relatando como se lo ha hecho pone los pelos de punta. La cosa va a peor cuando los espectadores descubren que la madre es enfermera, por lo que sabe bastante más de lo que deja entrever. Y la bola de nieve se hace incluso más grande con la mención de un misterioso virus que esta causando estragos en la población. En general todo el arco narrativo de Alpha en el colegio, de como poco a poco se va convirtiendo en una paria, todo el estigma social que la rodea a partir de una suposición de enfermedad sin tener unos análisis concisos o la crueldad de niños y adultos no solo con ella, sino con cualquier otra persona que pueda salirse de lo normativo es la parte más estimulante del filme y la que regala las imágenes que se quedan grabadas en la retina.

Pero Alpha no es la única cara visible del estigma. Su tío Amin es un politoxicómano, por lo que la madre tiene que lidiar con dos personas en riesgo por partida doble. Y es que, si bien la metáfora de ese virus es una metáfora perfecta del VIH, donde Ducournau se dedica a mutilar y moldear los cuerpos de una forma muy particular que no tiene nada que ver con los síntomas de alguien que ha contraído el VIH y que es mejor no revelar exactamente de qué se trata para un mayor impacto; el tema principal de la cinta es el trauma y las cicatrices que una enfermedad deja en la familia. Claramente a nadie de una familia le gusta ver a un miembro de la misma sufrir, pero a ese sufrimiento de quien padece la dolencia hay que sumar lo que no se ve, el cómo esa situación va a afectar en el presente y en el futuro a todos aquellos que están alrededor del paciente. Por supuesto, es posible que en situaciones tan difíciles los lazos familiares se puedan estrechar más y que surja el cariño, o por el contrario puede ser el punto de quiebre. Frente a toda la destrucción que deja el virus a su paso, Ducournau prefiere la primera opción sin edulcorar nada, pero deja un ligero resquicio de esperanza entre tanto sufrimiento familiar.

Alpha

El problema de todo ese planteamiento es que la realizadora abre demasiados frentes que terminan por caer en la redundancia. Tampoco ayuda que se ponga a jugar con la línea temporal sin tener ninguna necesidad real y que llegados a un punto esté más pendiente de crear imágenes impactantes o de shock que de cerrar la narrativa sobre sus personajes principales. La idea es interesante, pero entre la historia de Alpha, la historia de Amin y la historia de la madre se sienten como segmentos dispares entre sí, tanto que al final a la hora de entrelazarlos y darles un final las metáforas y lo poético se apoderan por completo del relato, dejando la historia o sus intenciones con una sensación no tan satisfactoria, sino más de estar a medio cocer y que lo que se pretendía contar no debía ser tan enrevesado.

En cuanto a la trinidad de actores, poco hay que objetar. Quizás el trabajo más llamativo sea del de Tahar Rahim como Amin por su notable transformación física, haciéndolo irreconocible en pantalla y llevando consigo todo el dolor y las contradicciones de un personaje cuyo problema con las sustancias es evidente. Y en el caso de Mélissa Boros y Golshifteh Farahani como Alpha y la madre, ambas logran un vinculo muy convincente de madre e hija, con sus altos y sus bajos.

En resumen, la idea y las metáforas son potentes, pero la ejecución se torna confusa y la conclusión acaba siendo vaga. Se puede aplaudir la valentía de Ducournau por hacer la película que ella quería sin concesiones, solo que una vuelta de tuerca o, mejor dicho, una revisión para terminar de redondear le habría venido mejor.

LA NOTA DE FILMFILICOS

EN POCAS PALABRAS

Una analogía muy clara sobre el VIH que termina convertida en un batiburrillo de ideas y metáforas que no llegan a ninguna parte.

2,5
Cine belgaCine francésDramaFinnegan OldfieldGoldshifteh FarahaniJulia DucournauLouai El AmrousyMélissa BorosSuspenseTahar Rahim
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Autor/a

Palomiix (AKA Paloma Sztrancman)

Autobiografía: Graduada en Comunicación Audiovisual, pero eso es una simple excusa para pasarme el día viendo películas y series como si no hubiese mañana. Y si a eso le sumamos la lectura tenemos el 90% del tiempo pillado. Frase: "Dame una taza de chocolate y una buena historia. No necesito más para ser feliz".

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