Amer
Hoy vamos a hablar de sensualidad. Sí, pero no de la sensualidad en plan erótico-festivo sino de la sensualidad basada en su propia definición, desde una vertiente que muestra la capacidad de provocar la satisfacción de los sentidos. Todo ello de un modo pleno, intrigante, con la estimulación visual que nos proporciona la película de la que vamos a hablar.
Amer es una película dirigida en el año 2009 por Hélène Cattet y Bruno Forzani . En ella se explica mediante tres episodios la vida de Ana, una chica sometida a intensas miradas que la controlan, a lo largo de todo su periodo vital, desde el interior del caserón en el que vive con su familia. La película se estructura en tres partes, la infancia, la adolescencia y la madurez de la protagonista planeando siempre sobre cada una de ellas la vivacidad del erotismo que rezuman los materiales que aparecen en las imágenes.
Estamos ante una película tan sorprendente como inclasificable. Por un lado es cine experimental pero por el otro nos encontramos con una película de suspense. Aunque, a poco que hurguemos veremos que se trata de un film de terror psicológico o incluso de una historia surrealista con toques giallo. Sólo en cuanto al género ya se crean multitud de dudas pero es que si nos adentramos en sus posibles influencias, si empezamos a relacionar hilos que nos lleven a tal o cual director, la bola se hace todavía mayor. Durante los créditos encontramos ya el primer desvío. Una pantalla tripartida nos muestra tres ojos inquietantes, un plano de lo más atractivo estando situados tan sólo en los primeros segundos de la película, algo que nos da una buena pista del goce visual que vamos a experimentar durante todo el visionado. Pero no nos perdamos. Teníamos pantalla partida y ojos o lo que viene a ser lo mismo, miradas, vouyerismo. ¿A quién nos conducen estos dos elementos? Efectivamente. A Brian de Palma. Se nos hace la boca agua, por lo menos a mí me ocurre, pensando que estamos ante una historia que podría derivar en un Dressed to Kill o en un Hi mom! Pero no, pronto nos topamos con una casa cuadriculada, grande, agresiva, amenazante. Una casa que lleva escrito dos nombre en cada uno de sus ladrillos. Esos nombres son Dario Argento y terror. Volvemos a salivar ya que de De Palma hemos pasado a Argento en muy pocos segundos.
Un giallo terrorífico con la música inconfundible que en varios pasajes de la película oímos, la sangre, las navajas o el ruido de la carne al abrirse. Pero ahí no acaba la cosa. Nos encontraremos también con el surrealismo de Buñuel o incluso con la luz de Rohmer, una luz que brilla sobretodo en el capítulo de la adolescencia de Ana, en el que la chica se convierte en un fetiche sexual del mismo modo que lo hacia La rodilla de Clara. Como hemos dicho anteriormente, toda la película se convierte en un mundo de sensaciones desbordantes, de imágenes impactantes, atractivas e hipnóticas. Planos detalle impagables ante los que no se puede hacer más que abrir la boca y sorprenderse. Insectos, aire, piel erizada, labios carnosos, miradas lascivas, vestidos que bailan al son de la brisa dejando entrever partes del cuerpo que provocan instintos de deseo. Terrores infantiles y terrores no tan infantiles conviven entre luces y sombras. Sombras personificadas que aparecen y desaparecen de delante de la visión de Ana, tan pronto le persiguen como le abandonan. Un juego que llega a provocar en el espectador la sensación de no pisar sobre tierra firme sino de estar constantemente paseando sobre un frágil hilo que en cualquier momento puede romperse y ser precipitado al vacío o sería mejor decir a la locura.
Amer es abrumadora. No es una película al uso pero hará las delicias de aquellos que disfruten ejercitando la vista, sintiéndose golpeados por el contraste de distintos campos cromáticos, de distintas perspectivas, de distintas visiones. En resumen provocará satisfacción en todo aquél que “sienta” a través de los ojos.