American Honey
Si la semana pasada me veía en la obligación de hablar de Peter Pan, tengo que admitir que en esta ocasión me he sorprendido por la reiteración temática. Y es que uno de los conceptos que acuñó el famoso cuento inglés es el de los llamados “Niños Perdidos”, algo que en la película de la que vengo a hablar hoy se explota por completo: American Honey.
Star es una joven que no está conforme con su humilde vida en el Medio Oeste de Estados Unidos. Pero todo parece cambiar cuando conoce a Jake y a su grupo, un conjunto de chicos y chicas jóvenes que se dedican a viajar por todo el país mientras se ganan la vida vendiendo puerta a puerta suscripciones de revistas.
Aunque el título de la cinta se debe a la canción homónima del grupo de country Lady Antebellum (y de hecho suena en el propio film), otro tema que le sienta como anillo al dedo es American Oxygen de Rihanna, porque hacía mucho tiempo que no veía una película en la que se viese plasmada de forma tan adecuada ese vasto país que es Estados Unidos, un país del primer mundo conocido por todos y sobre el que cada uno tiene una determinada opinión. Y cuando digo de forma adecuada me refiero a que se aleja de las grandes ciudades para aventurarse en esa América rural y profunda que no suele salir tanto en las obras de ficción y en la que cada personaje del grupo tiene una acento distinto. Ahí mete a los jóvenes en una furgoneta que será el vehículo con el que ellos mismos y también los espectadores vayan descubriendo esa zona del país.
En el párrafo anterior he hablado de ciertos temas musicales, no por capricho, si no porque la música es algo que está muy presente durante todo el metraje. Del mismo modo, debo volver a mencionar a la cantante caribeña, ya que poco después de iniciarse la cinta, en el instante que se produce el encuentro entre Star y Jake, se escuchan por unos altavoces una canción cuya frase más representativa es “Encontramos el amor en un lugar desesperanzado”. Esto es justamente lo que le pasa a Star, una muchacha que ha tenido que ocuparse de unos niños porque sus padres no les prestan atención y que no tiene ningún objetivo concreto en la vida. Por lo que es normal que se sienta atraída por ese grupo de Niños Perdidos.
El principal objetivo del film es hacer un road trip por los estados más rurales de América, por lo que él que vaya esperando una historia con un planteamiento, un nudo y un desenlace muy marcados de forma narrativa, que sepa que aquí no lo va a encontrar. De hecho, son numerosas las ocasiones en las que parece que ese viaje no va a terminar nunca, pero si logras conectar con ese viaje sin rumbo ni destino, el recorrido se convierte en algo muy agradable, pese a su larga duración, que en lo personal no se me ha hecho pesado en ningún momento. Resaltar también que como toda película cuyos principales personajes sean adolescentes o jóvenes, el alcohol, las drogas, el sexo, las inquietudes y los temores están muy presentes, solo que en este caso están filmados con una naturalidad pasmosa que resulta bella de contemplar.
Supongo que a esa naturalidad contribuye la fotografía, pues es curioso que la cinta esté filmada en 4:3 y transmita una gran calidez con bastantes primeros planos. Asimismo, también ayuda la ya mencionada banda sonora en la que se incluyen temas de rap, country o pop, unos géneros especialmente populares en Estados Unidos, incluso en los rincones más profundos del país. Y por supuesto, el corazón de la película son los actores. Cuesta creer que Sasha Lane, la encargada de interpretar a Star, sea debutante como actriz con esta cinta, pues todo lo que expresa y como aguanta los primeros planos durante casi todo el metraje es digno de admiración. También cuesta creer que un actor al que le tengo tanta manía como es Shia LaBeouf haga aquí la que posiblemente sea la mejor interpretación de su carrera. Y en menor medida, también destaca Krystal, la líder del grupo a la que da vida Riley Keough, con quien Star tiene varios enfrentamientos.
Puede que lo eche en falta sea una escena que dé una mayor sensación de cierre. Pero como he mencionado más arriba, la historia no busca una narración marcada, sino que el espectador les dé la mano a los chicos de la furgoneta y que se siente al lado de ellos para no convertirse en adultos, porque la infancia llega un día en el que se esfuma y no vuelve, y uno no sabe lo que es perderla hasta que ha sucedido. No deja se ser una larga historia sobre la vida y una muy digna elección como Premio del Jurado en Cannes en 2016.