Argentina, 1985
Mientras el fin de año empieza a acercarse, los países van empezando a seleccionar los títulos que los representarán en la próxima temporada de premios. Argentina, 1985 (2022) es la cinta elegida por la tierra del tango y que ya se encuentra en competencia para alcanzar una nominación en los Oscars del 2023.
Argentina, 1985 es un thriller político que gira en torno a la acusación fiscal a los jefes de las Juntas Militares que gobernaron ese país de forma dictatorial durante la década del 70 y que cometieron violaciones contra los derechos humanos. El guion tiene como centro al Fiscal de la República, Julio César Strassera, quien será el encargado de representar la causa a nombre de la ley.
La premisa podría hacer pensar que estamos ante un drama de juzgado (courtroom drama), sin embargo, Argentina, 1985 va mucho más allá y consigue encapsular un periodo de tiempo marcado por la polarización política. Las primeras escenas de la película son claves puesto que establecen que el debate de los temas públicos se encuentra enmarcados en la cotidianeidad de cualquier familia, con niños que juegan a ser espías y que comprenden la tensión política que los rodea. El círculo familiar de Strassera pertenece a esta dinámica, donde un programa de televisión logra avivar los comentarios y en la que cualquier ajeno a la familia puede ser sospechoso de ser infiltrado de la inteligencia militar o policial. Los Strassera son de clase media, dedicados a la función pública, han resistido la dictadura, viven en un apartamento nada ostentoso desde donde se puede apreciar que los vecinos también están involucrados en estos temas que están a punto de revelar una verdad incómoda para todo un país.
La transición del autoritarismo a la democracia está marcada por el miedo y esa sensación es graficada notablemente por el director Santiago Mitre. Al mejor estilo de Costa-Gavras en la magnífica Z (1969), la tensión de la coyuntura puede sentirse en la fotografía de ribetes documentales, donde la atención va a los detalles de una década tumultuosa, con colores parcos que parecieran reflejar el espíritu confundido de una sociedad.
Luego vienen la escenas en la corte de justicia donde el director deja ver la influencia de Stanley Kramer y otra cinta que buscaba retratar un periodo similar de la historia, Judgement at Nuremberg (1961). La cámara se coloca al frente de los acusados y también de los testigos quienes tienen la dolorosa misión de relatar sus testimonios frente a una audiencia que los escucha con espanto. No hay complacencia frente a la historia y el guion acierta en construir una narración fílmica fluida en vez de ahogarse en las lamentables historias de las víctimas. Es decir, consigue lo que en algún momento se le exige al mismo Strassera, que la justicia para ser legítima debe tener algo de teatro y llegar al corazón de la sociedad.
El diseño de producción es impecable, como lo son las actuaciones del gran reparto que se va armando de a pocos como un expediente judicial. El abogado Strassera está interpretado por el gran Ricardo Darín, quien convierte al abogado en una especie de puente intergeneracional. Sus contemporáneos o están muertos o no quieren aceptar el trabajo o son admiradores del régimen fascista que acaba de terminar. Por ello acude a una nueva generación de profesionales cargados de inocencia, inexperiencia e idealismo. Strassera es la figura quijotesca que los conduce y se deja conducir en busca de la memoria de su país. Darín, que quizás sea el actor argentino más importante e internacional de las últimas tres o cuatro décadas, encuentra en Strassera un homenaje a la imagen del abogado apasionado, hidalgo y también contradictorio. Esa intensidad, profundamente argentina, está graficada sutilmente, metida en los mil cigarrillos que lo vemos fumando, discreta en su forma de relacionarse con quienes lo rodean.
Argentina, 1985 es una película de gran escala que funciona tanto como documento histórico como de entretenimiento. Los temas que toca siguen siendo reconocibles y recuerdan una etapa donde la autoridad era sinónimo de abuso. Es, también, un maravilloso retrato de la historia de un país que sigue luchando por levantarse y cuya memoria se sigue construyendo. Es una película muy recomendada y definitivamente una de las mejores de esta parte del mundo este 2022.