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Jon Hamm en Black Mirror; White Christmas. Filmfilicos blog de cine

Llegó esa época del año en la que algunos preferiríamos saltar el calendario y no saber nada hasta después de reyes. Cada uno tendrá sus motivos y aunque los más alegres y festivos no lo entiendan, no nos gusta la Navidad. Igual, por más que busquemos la manera de pasar desapercibidos, es algo que no podemos evitar, pero podemos hacerlo más llevadero gracias a las cosas que sí nos gustan. Aquí en Filmfilicos nos gustan el cine y las series, por eso en esta ocasión les traigo una serie que seguro no va a hacer que amemos estas fiestas, pero nos dará una extraña dosis de “hay quienes lo están pasando peor”. Se trata del especial navideño de Black Mirror: Blanca Navidad (2014).

Siendo Black Mirror, lo primero que hay que decir es que no decepciona en cuanto a contenido absurdo, distópico, perturbador e intenso.  El capítulo se divide en 6 partes que se van volviendo más crueles una tras otra. Nos comienzan presentando a Matt Trent (Jon Hamm) y Joe Potter (Rafe Spall) quienes parecen llevar 5 años de duro trabajo en una cabaña alejada del mundo y rodeada sólo por la blanca nieve decembrina. Al parecer este par de hombres no tienen mucha comunicación, pero al ser Navidad, Matt decide romper el hielo y comienza a hablarle a Joe de las razones que lo llevaron a estar ahí en un día como ese. La historia implica espionaje y haber presenciado un asesinato sin haberlo denunciado; todo ello enmarcado por su medio de trabajo donde utiliza una tecnología ampliamente conocida llamada “Z-Eye“, que consiste en una especie de chips o “Cookies” instaladas en la cabeza de las personas que les permite, a grandes rasgos, convertir su propio cerebro en una especie de Smartphone.

A partir de este relato y con la primicia ya mencionada, nos van a llevar a conocer 3 historias, en las que los famosos “Z-Eye“, van a controlar todo y van a terminar convirtiéndose en una tortura para más de uno.

Crítca de Black Mirror - White Christmas (2014), filmfilicos blog de cine.

Para evitar spoilear todo el capítulo, me voy a concentrar en hablar de la historia más relevante: la de Joe, quien termina en el lugar que describí al inicio por haber cometido un crimen, que si bien no deja de ser algo que merece un castigo, uno no puede evitar sentirse empático con el personaje y entender su acción que no es más que un impulso producto de la tortura, la decepción, el coraje y la melancolía. Pues después de tener una vida feliz junto a su novia, Beth (Janet Montgomery), un inesperado embarazo, que ella pretende terminar mediante un aborto, hace que su relación se rompa provocando que ella lo “bloquee” de su vida. Este bloqueo consiste en que cada uno se convierte en una sombra censurada para el otro, no hay forma de saltar o evitar el bloqueo, el rostro de las personas no se ve ni en fotografías, no se puede escuchar su voz y no se puede interactuar con ellos. Él, desesperado por mantener el contacto con su mujer y la esperanza de tener alguna información sobre su hija o hijo (que también forma parte del bloqueo), lo llevan a visitar cada Navidad la casa del padre de ella, año tras año… Al final, sin entrar en detalles, toda la situación hará que Joe termine viviendo un bucle de la Navidad más perturbadora de su vida en un avanzar infinito de tiempo mientras de fondo suena “I Wish It Could Be Christmas Everyday“.

Y es así que este capitulo especial, genialmente producido por Charlie Brooker, se convierte en una joya que nos hará odiar la Navidad con ganas. Está lleno de sentimentalismo y realidades absurdas, como es de esperarse en Black Mirror; aunque las interacciones de la tecnología nos parezcan exageradas no dejan de codearse con la realidad en la que el bloqueo puede ser menos drástico pero existe mediante internet gracias a los algoritmos de las redes sociales o, incluso por vías legales en forma de órdenes de restricción que, si bien en algunos casos están perfectamente justificadas, no podemos dejar de lado el sentimiento que pueden producir en el “bloqueado”.

A mí me encanta particularmente por la forma en la que la serie va presentando piezas que se unen al final como un rompecabezas, perturbador pero satisfactorio que, en esta ocasión, nos cuenta un cuento navideño que está ahí para recordarnos el por qué del éxito de esta serie.

Finalmente, sin importar si son fans o no de la Navidad, vale mucho la pena ver Black Mirror: Blanca Navidad, por todo lo que muestra, por su manera de manejar la trama, por su inteligencia a la hora de entrelazar historias y por su forma retorcida de ver la vida tecnológica y por tener en cuenta que esta serie siempre encuentra la manera de dejarnos claro que la vida tal como se maneja justo ahora, no está tan lejos de convertirse en eso que estamos viendo en la pantalla.

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