C’mon C’mon

Muy a mi pesar he de decir que no conozco el trabajo de Joaquin Phoenix tanto como me gustaría, pero de lo pocos trabajos suyos que he visto, me he quedado impresionada con la entrega y calidad que pone en sus personajes. Desde Gladiator hasta la muy aclamada Joker. Y es cierto que siempre pensaré que en esta última no supera a Heath Ledger, también es cierto que fui 2 veces al cine a verlo y otras tantas en casa. Con ese buen sabor de boca, me parece increíble que sea fácil superar a Phoenix en sus propios terrenos, pero un niño casi lo consigue. Y esto ha sucedido en la película que de la que vengo a platicarles en esta ocasión, se trata de C’mon C’mon (2021), escrita y dirigida por Mike Mills.

Esta historia tiene un tiente documental en el que vamos siguiendo a Johnny (Joaquin Phoenix) un periodista radiofónico que va recorriendo el país entrevistando a niños y jóvenes sobre sus percepciones de la vida, el futuro, etc. En medio de todo esto, se encuentra con que su hermana Viv (Gaby Hoffmann) debe hacerse cargo de su espeso que está enfermo lo que le impide cuidar a su hijo Jesse (Woody Norman), por lo que debe dejarlo a cargo de su tío.

Aunque pueda parecer una historia simple, de eso no tiene nada, pues durante todo el filme acompañaremos al niño y a su tío en un viaje hacía el centro de sí mismos, un viaje filosófico de autodescubrimiento que necesariamente pega duro en cada reflexión y razonamiento que se hace.

Te enfrenta con tus traumas, en el camino de dejar de ser el niño y ver el mundo sin límites ni ataduras, a ser un adulto con la mente estrechada por la forma en la que nos hemos construido a nosotros mismos; habla de la esperanza, el amor, la soledad, el futuro, la maternidad, la paternidad y un buen número de cosas que, a primera vista, a cualquiera le costaría manejar.

Lo que tiene esta película es que desmenuza cada parte para no complicar la percepción del espectador, en este punto la realidad es que todo está explicado por un niño, desde su forma de ver y entender las cosas, desde su inocencia y el conocimiento que él tiene sobre la vida. Eso es lo que lo hace grandioso, porque en la realidad, al ser adultos, muchas veces nos olvidamos de esta visión. Y es por eso por lo que casi parece que el niño supera por mucho al adulto, es él el que propone, el que sugiere y guía los acontecimientos y es verdad que Woody Norman hace muy bien ese papel.

Obviamente Phoenix no deja de verse genial sumergido en ese viaje, no desaparece ni deja de lado la entrega de siempre, pero su más grande honor está en abrirle paso al pequeño para que sea quien luzca y destaque en ese camino en el que más importancia tienen las palabras, las emociones, los recuerdos y los pensamientos, tal vez por eso el sonido se vuelve algo penetrante, son sonidos más allá de la música, es el mundo hablando.

Resulta curioso que, con tantas emociones, se haya decidido hacer de C’mon C’mon una película en blanco y negro y alejarse de las posibilidades del color, pero se agradece que no sea precisamente el color el que obligue a las emociones, sino que estas provengan de otros puntos.

En cuanto a la fotografía por parte de Robbie Ryan es muy sugerente, sabe colocar al personaje en el cetro de su propia mente con sólo una imagen, cargando hacía un punto o el otro del encuadre la emoción que se quiere resaltar. Juega mucho con los puntos de fuga, que parecen tener un discurso de fondo, un poco más profundo que las propias palabras.

C’mon C’mon no está llena de acción y dramas, pese a ser uno en sí misma, es una película más para reflexionar, para ver en calma y a su propio ritmo, no se la recomendaría a cualquiera, porque es fácil desestimarla escudándose en el aburrimiento, aunque no sea una película aburrida. Lo que sí puedo decir es que me deja una sensación muy grata y si se quieren animar a verla, seguro que le encuentran algo que les guste.