Crush
Estamos en el mes del orgullo y absolutamente todo se sube al carro, porque los miembros del colectivo LGTBIQ+ nos hemos convertido en un público objetivo más al que venderle cosas, que no tiene por qué ser algo malo, ya que al fin y al cabo nos están tratando como al resto de humanos, simplemente es hastiante. Disney+ ha creado una colección para la ocasión y ha estrenado la película “Crush”, a la que tampoco es que le hayan dado mucho bombo en ningún lado, pero que esté disponible ya es un mundo.
Crush, un cócktail de envidia y esperanza para la generación millenial
Como bisexual millennial he de decir que ya me habría gustado a mí tener contenidos como este en mi adolescencia, donde tener acceso a películas con romance entre mujeres era como trapichear con drogas. Y ni hablar de que todas acababan con lesbiana muerta. Con el tiempo el cine con temática queer ha ido aumentando, pero lo cierto es que si te sumerges en la etiqueta, impera el protagonizado por hombres gays. Las lesbianas y bisexuales están bastante por debajo, pero tampoco nos quejemos que hay otros colectivos mucho más invisiblizados.
Tan normal que parece útopico
Lo mejor de “Crush” es que no parece una película dirigida a mujeres a las que les gustan las mujeres, la puede ver cualquiera, empatizar y disfrutar con ella. No cuenta una historia de amor atormentado, escondido o prohibido, habla de temas universales: el primer amor y el despertar de la adolescencia, con aderezo de trío amoroso. Recuerda a cualquier comedia romántica adolescente heteronormativa de los 90 o 2000, películas como “Diez razones para odiarte”.
En cualquier caso, me alegra tanto ver este tipo de normalización que no puedo más que alegrarme por las nuevas generaciones y observarlas con algo de envidia.
La naturalidad con la que se trata el hecho de que las protagonistas sean lesbianas o bisexuales es apabullante. Nadie se mete con las preferencias sexuales de nadie en el insitituto en el que se desarrolla la acción, hay de todo y a nadie le escandaliza. El mejor amigo de la protagonista es un joven heterosexual con una relación super sana con una chica de color, ¡no hay masculinidad tóxica! Todo es tan diverso y buen rollero que lo utópico parece lo normal y esto es genial, ya que si solo mostramos el drama se nos enquista.